martes, 18 de enero de 2011

TESTIGO DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN CUENCA

Dos años en zona Roja. Hechos y peripecias de esos dos años
H. Benjamín López de Murga.

[El presente texto son las memorias H. Benjamín López de Murga Eguíluz (1909-1992), hermano profeso redentorista que le sorprendió la Guerra Civil destinado en la Comunidad de San Felipe de Cuenca y estuvo en aquella ciudad hasta mediados de 1938 en que logró pasarse a la España nacional. El texto está escrito en 1939-40 a solicitud del P. Provincial. El H. Benjamín se convirtió en un testigo privilegiado de la Persecución Religiosa en la ciudad de Cuenca, porque la sufrió y recibió de primera mano las notiicias del martirio de sus cohermanos. Publicado en Beatificationis seu declarationis martyrii Servorum Dei Iosephi Xavierii Corosterratzu et V sociorum e Congregatione SS.mi Redemptoris in odium fidei, uti fertur, interfectorum (+1936, 1938). Conchen. Positio super martyrio. Congregatio de Causis Sanctorum, Toma 2001, pp. 355-363]
Días, o más bien, meses antes de estallar la guerra, como quiera que en Cuenca fueron anuladas las elecciones, por el hecho de haber sacado mayoría las derechas, tuvo que haber segundas elecciones, y ya en estas fechas se sentía algo intranquila la Ciudad y Provincia, a causa de sus propagandas, y más al saber que las derechas presentan de Candidato a José Antonio Primo de Rivera; días antes de las elecciones quemaron el auto de su hermano Miguel, delante del hotel, y como consecuencia fue detenido.

Fiesta del 1 de mayo de 1936: Quieren quemar el convento de San Pablo, Residencia de los P.P. Paúles. Les urge que salgan para que no voten; a los dos días harán las elecciones, o sea que el día 1 cayó en viernes y al siguiente domingo, día 3, fueron las elecciones, y como eran muchos Estudiantes no les convenía que votaran; esto se acordó en la casa del Pueblo la noche del 31 de Abril. El mismo día uno, se decía en la calle que a la vuelta del día de campo, se ejecutaría y parece fue cierto; todos se fueron a pasar el día de campo por aquella parte. Yo fui enviado a eso de las seis, con una carta, por el M. R. P. Superior; en el camino me encontré con algunos P.P. de paisano. Yo iba de sotana y nadie me dijo la menor palabra, aunque todos se quedaban mirándome. Llamé, me abrieron, y ya vi en el corredor a todos de paisano, y dispuestos a salir; todos se quedaron haciendo cruces al verme de sotana. Y lo mismo el Superior, él también estaba de paisano. Le entregué mi carta, y de nuevo para el Convento. Nadie me molestó en lo más mínimo, aunque se veía por los alrededores ciertos elementos nada buenos, y por parte del Socorro, que domina el Convento, también se veían grupos. De esta manera fueran transcurriendo las últimas horas de la tarde. En vista de esto, en casa se tomaron algunas medidas, y más cuando se oyeron los primeros disparos, que fueron ellos mismos para comenzar el jaleo. Los P.P. en vista de como se ponían las cosas, habían pedido fuerza y les fue enviada, unos Guardias Civiles, que metieron en el Convento. La chusma se llevó chasco al ver que había fuerza dentro, en vista de lo cual hicieron los primeros disparos, para alborotar los obreros, y los guardias contestando al aire; fue herido un estudiante en la cara. En el intervalo de este tiempo, no sé cuántos bulos corrieron y de distintas formas. En vista de cómo se ponían las cosas, me había [dicho] el M.R.P. Superior P. P. que salga a avisar algunas familias, para ir a pasar la noche, aunque antes de salir se pidió fuerza y enviaron una pareja de la Guardia Civil, aunque bastante tarde. En vista de la tardanza optaron por salir todos, a excepción del C.H. Victoriano y servidor. Aun no habían salido todos cuando llegó la pareja. Yo, en vista de que traían órdenes [de] defender para que nadie entrara, me quedé tranquilo, pero cambié mi sotana por la chaqueta; y conste que al ir a avisar a las familias, donde tenía que ir fui de sotana y nadie me molestó en lo más mínimo, a pesar de estar las calles imposibles de andar. De esta manera transcurrieron las primeras horas de la noche. En la Casa del Pueblo hay junta general, en la que se acordó que salieran de Cuenca los P.P. en las primeras horas del día siguiente. Como les urge que salgan no hay tiempo que perder, y como remate declaran la huelga General hasta su salida. 

Día 2 de Mayo de 1936: Salen los P.P. Paúles de su Convento. Como tregua para su salida, les dan cuatro horas para abandonar su residencia y sacar sus cosas.
Por la mañana de este día, en vista de que no hay cosa especial, van llegando los P.P. y H.H. para decir la Santa Misa, a excepción del P. Romero y H. Clemente que están en las Hermanitas. Como corrían tantos bulos acerca de los P.P. Paúles, el P. Superior y demás acordaron que fueran dos a ver lo que había y ofrecerles la casa etc. etc... Fuimos enviados P.Goñi y servidor, los dos íbamos de paisanos, él de chaqueta y servidor de mono. En el camino hasta el puente de S. Pablo, que hay antes de pasar, no vimos a nadie, al fin del puente algunas mujercillas que parecían de mala vida, y decían cuanto se les venía a la boca. Cerca del puente y al otro lado, una pareja de la Guardia Civil, que al querer pasar para dirigirnos a la “Portería”, se acercan a decirnos que no podemos pasar. Les dijimos que éramos unos turistas y que queríamos pasar al otro lado para ver la hoz del Huécar y nos dejaron. Pero no a la Portería. Había varios camiones a la puerta, cargando las cosas. Hicimos que admirábamos la hermosa vista que hay desde allí, pero como hasta aquí no habíamos visto cosa especial, optamos el bajar por la Ciudad en vez de volvernos por el mismo sitio, para poder llevar algún detalle más. Pero al bajar cerca del puente que hay, para la carretera de Palomera, o sea junto a la fábrica de cemento, ya vimos algunos mozalbetes con palos etc.; quisimos retroceder, pero ya era tarde, porque si nos volvíamos se daban cuenta, y seguimos adelante. Pero cuál no fue nuestro asombro que cuanto más adelantábamos más grupos de obreros había parados, cerca de la Puerta de Valencia; empiezan a decir que somos Paúles, que sacáramos las manos de los bolsillos; nosotros no quisimos. En esto para un coche, lleno de Guardias de Asalto, que subía a la residencia de los P.P. Paúles. Habían llegado de Madrid unos 400 para las elecciones. Empezaron a decir que llevábamos armas; para el auto y nos cachearon. Y ellos, una vez que vieron que no llevábamos armas, se atrevieron. ¡Ya podían! Más de 400 para dos. Apenas desaparece el coche, esto fue en la puerta de Valencia, empezaron a tirar piedras, y al subir el puente que da a la plazuela de las escuelas de Palafox, ya había algunos armados, con porras de hierro etc. El P., que iba delante, al ver aquello echó a correr, creyendo que estaba cerca de casa; como llevaba poco tiempo no conocía el terreno. Recibió algunos golpes en el trayecto hasta el Salvador. Yo, viendo aquello, eché mano al bolsillo de atrás, o sea donde se suele llevar la pistola, y se quedaron sin saber qué hacer, eso que nos habían visto cachear ¡vaya valientes! En esto el P. se había metido en una casa de la plazuela del Salvador, o sea en la casa que las escuelas tienen en dicha plaza.
Estamos sitiados por la chusma; ¿qué hacer? Como las cosas cada vez se ponían peor, optamos por resistir en el portal de dicha casa, y mientras hacer tiempo para ver en qué paraba aquello, y mientras tanto a ver si venían a auxiliarnos; pero iba pasando el tiempo y nadie. Cada vez más chusma gritando y diciendo cuanto les venía a la boca, parecían bestias salidas del infierno. No perdonaron ni a los del cielo ni a los de la tierra, sin olvidar nuestra propia madre. Viendo que no queríamos abrir, empezaron a mazazos y hachazos con la puerta hasta que fue hecha astillas. Viendo lo cual gritamos a la dueña que nos diera algo con que defendernos, aunque fuera los hierros de la cocina; pero dicha portera, en vez de ayudarnos, nos cerró todas las puertas con llave, que de no haber cerrado podíamos escapar por la parte de atrás; pero cuál no fue nuestro asombro que, al caer la puerta de la calle, subimos arriba y nos encontramos sin salida; pero aun quedaba un pequeño corredor y otra puerta, la atrancamos como pudimos y a resistir; pero el tiempo pasaba y nadie venía en nuestro auxilio y la puerta se veía hecha astillas por momentos; ya no nos quedaba más remedio que entregarnos y hacer el acto de Pta.; ¿qué nos queda que hacer?
Como aquello no tenía remedio optamos parlamentar con ellos. Una vez cesado el fuego parlamentamos con ellos para ver lo que querían de nosotros; nos dirigimos a los de más edad. Había alrededor de 200 de catorce a veinte años. Les dijimos que nos entregábamos con la condición de que no nos habían de pegar, que estábamos dispuestos a ir donde ellos quisieran, para demostrarles que no éramos Paúles. La mayoría respondieron que ya verían lo que hacían, que nos habían visto en la Residencia la noche anterior tirando con un fusil, sobre todo al del mono. Los más mayores discutían unos con los otros. Al fin dicen tres o cuatro que no nos tocarían, viendo lo cual decidimos entregarnos y ponernos bajo su sombra. Una vez salidos de dicha casa, donde resistimos de nueve y media a once, y en todo ese tiempo nadie vino a auxiliarnos después que todo el mundo se enteró del incidente, y con 400 Guardias de Asalto en la Ciudad, que trajeron para las elecciones. Por fin salimos de la casa, bajo la protección de los más mayores, que demostraron tener algo de prudencia, y echamos andar; aunque algo se opusieron no hicieron gran caso. No habíamos bajado al fin de la escalinata del Gallo y principio de la calle del Agua cuando ya comenzaron a darnos golpes y a tirarnos a la cara naranjas etc. De ésta manera llegamos en medio de una manifestación imponente hasta el Gobierno Civil; no hubo ni una sola [persona] que diera el pecho, ni impidiera tal salvajismo. Al P. le rompieron las gafas, y a consecuencia de los golpes guardó algunos días cama, con unos dolores horribles en la espalda, a consecuencia de los golpes; yo, aunque recibí lo mío, no fue tanto. Uno de los chicos que llevaba a mi lado me defendió cuanto pudo. Pero en medio de aquella chusma de salvajes llegué echando sangre por las narices. Allí nos encontramos con algunos Paúles, o sea en el Gobierno Civil. Otros fueron llegando después, que se habían quedado en algunas casas particulares, pero enterada la chusma los fue sacando y llevando allí, hasta que les dieron medio de salir. Los que salieron por la mañana en tren algunos grupos fueron maltratados al tomar el tren. Todo lo que cargaron en los camiones fue pasto de la rapiña en las afueras de la ciudad; por las calles andaban los chicos con las casullas y cosas de Iglesia; no salvaron nada.
Por fin llegamos al Gobierno Civil, donde está la dirección de policía. En sus alrededores una cantidad de Guardias de Asalto que imponía; y nos ven en medio de aquella chusma y nada, hasta que no entramos en el patio se diría que no nos veían, de lo contrario no se explica que viéndonos en medio de aquella chusma no vinieran en nuestra ayuda.
H. Benjamín años después con una de las familias que le ayudó
Declaración ante la Policía. Después de las preguntas de fórmula, el comisario jefe de ellos nos dice: También a Nuestro Señor le pegaron sin culpa; ¡qué se va a hacer! Pero yo no pude callarme, y le dije: Sí, es verdad; pero si a V. le hubiera tocado, de otra manera hablaría. Para una vez que necesité ayuda ¿ésta es la que he tenido? Y para esto tengo que pagarla. Y otras mil cosas. Como iba pasando la mañana, y de allí no salíamos, le dijimos que nos acompañara un Guardia, ya que antes había por brillado por su ausencia, y ni por esas. Nos contestó que él no tiene la fuerza para eso, que si tenemos algún amigo que tuviera auto que le avisáramos para que viniera a buscarnos. Llamamos a varios, pero ya habían sido requisados. Al darse cuenta de nuestras gestiones nos dicen que nos bajaran la comida, y a ver por la tarde podemos subir cuando se despejara aquello un poco; aun seguía la huelga. Estando en esto dice un Guardia de Seguridad, que vivía cerca de casa y de los buenos, que si queríamos subir que él nos acompañaba. Tenía que subir a comer. Se lo dijimos al Comisario, y me dijo que sí, bajo nuestra responsabilidad; y dejamos aquella buena gente. Se quedaron allí bastantes Paúles, esperando medios de locomoción que los trasladara a Madrid. Una de las veces que uno de los P.P. pregunta al Comisario, a ver si les dan medios, el P. no se fijó que estaba cubierto, y enseguida le echó en cara, que tuviera la bondad de descubrirse, que estaba hablando con el Comisario de Policía, y éste es el que decía que a Nuestro Señor le pegaron.
... salida de la dirección de Policía. Al fin subimos con el Guardia y nadie nos dijo nada. Se notaba nerviosismo que había; no faltaban curiosos en los balcones. Llegamos a la Portería y cuál no fue nuestra sorpresa al ver que estaba cerrada, y lo mismo la verja. Como parecía que aquello había sido abandonado, para ver lo que había me fui al Demandadero, y me dijo que estaban dentro, y que él tenía la llave de la puerta de abajo, y entramos en casa; al pasar vimos en el patio algunos Guardias Civiles; los demás iban comiendo; ya les habían contado nuestra aventura. Comido algo, nos fuimos a descansar, aunque quién descansaba. Esto la víspera de las elecciones.
Día del levantamiento 18 Julio del 36: Este día y el 19 transcurrió sin cosa especial. No se oían más que noticias un tanto alarmistas y pesimistas y muchos bulos. Pero se veía que aquello cada vez se ponía peor. El día 19 ya fueron los de la Casa del Pueblo a recoger pistolas y escopetas, de casas particulares. Y en las últimas horas de la tarde había algunos grupos alrededor de casa, aunque la puerta de la residencia ya permanecía cerrada desde el 18, y dentro estábamos de paisanos. En la madrugada del día 20 se oye una terrible detonación, como de petardos etc. Enterados la mañana siguiente, habían colocado en la Iglesia de las Monjas de Puerta de Valencia unos petardos y echaron las puertas abajo y parte de la cancela fue lanzada a media Iglesia, estando ellas dentro.

Día 20 [julio de 1936]- en las primeras horas de la tarde se abandona la residencia. Durante la comida de este día llega el monaguillo con un carta de Nicolás Belinchón; él quiso acercarse a la Residencia, pero le seguían la pista y no pudo; intentó varias veces y nada. Fue en busca del monaguillo que vivía al lado de su casa. En ella me dice que antes de la noche abandonemos la residencia; se había hablado de nosotros en la Casa del Pueblo; lo supo por un vecino que había tenido en su casa, que asistió a la reunión, y que se le conserva afecto, y estaba allí para poder trabajar, y apenas salió de la casa del pueblo, fue a contárselo para que nos avisara. Se acordó, que con los Moradores de San Felipe, los hubo de distintos pareceres, los más que matarlos, otros darles una paliza. Viendo lo cual hablé al P. Superior, que lo era el M.R.P. Pedrosa y estaba haciendo el retiro de Superior; hacía unos días que había llegado. En vista de lo cual se acuerda salir; se busca casa para el R.P. Superior, ya que él no conocía a nadie, y se traslada a casa de Esperanza Molero. En frente de casa, después de organizar la distribución, reparte una pequeña cantidad a cada uno, y comienza la desbandada. Para eso de las ocho ya habíamos abandonado la residencia; yo me fui con el monaguillo.

[20 de julio de 1936] Ultimas horas de este día. No bien terminaron el trabajo, ya comienza a haber chicos con pistolas y escopetas. Se había armado al pueblo con todo lo del cuartel; cada hora que pasaba se ponía aquello peor; y parecía que iban a un plan premeditado y obedeciendo a una consigna. No bien oscureció se fueron acercando a la parte alta de la ciudad donde está nuestra Residencia. Al poco echan la verja que había antes de subir a la Iglesia por las malas; a continuación se oye una descarga de petardos, que echan las puertas abajo a pesar de ser de hierro; lo mismo hicieron con San Andrés, que está en la misma manzana; todas las casas de alrededor se quedaron sin cristales; según parece querían volar el Vaticano, que llaman a la parte alta. Como aquello cada vez seguía peor, sale la Guardia Civil de su cuartel donde estaba acuartelada, por poner orden, en contra del Gobernador, que no quería de ninguna forma; una vez que se presentó se acabó los desmanes.

Día 21 [de julio de 1936]. En las primeras horas llegamos a la residencia para celebrar la Santa Misa. Apenas apunta el día envío al monaguillo para ver cómo estaba aquello. Ya le esperaban en la puerta. Me avisa y al punto echo a andar. Pude apreciar los destrozos hechos por la noche en la Iglesia, a pesar de ser las puertas de hierro. Este día lo pasamos en casa hasta después de comer. El P. Goñi y Olarte vienen en busca de algunas cosas, pero nada más un momento.

Día 22 [de julio de 1936]. Como el día anterior, procuré madrugar un poco más. En el camino, me encuentro que el secretario de la casa del Pueblo. Al poco llega el P. Pedrosa y P. Romero, los otros no vienen porque las familias se oponían.
En este día bajan a declarar al Señor Obispo al Gobierno; pidió que le acompañara una pareja de la Guardia Civil y lo mismo al subir. Como las cosas no andaban bien se traslada al Seminario [en el] que estaba la Guardia Civil
En este día echan a las M. Josefinas de su casa y es convertida en casa del pueblo; no les dejaron sacar nada, hasta algunos títulos que llevaban se los quitaron.
Día 23 [de julio de 1936]. Quiere salir el P. Pedrosa con Dn Gabriel a decir misa, pero en vista que hay algunos grupos en frente de su casa, se decide a decirla en el Oratorio que tiene dicha señora; en esta día no viene más que el P. Romero y servidor.

Día 24 [de julio de 1936]. Mi última salida de la casa para la Residencia. La familia donde estoy se niega a que salga; les pongo en un compromiso y muy serio. Este día llego a la residencia, y cuán triste la encuentro, y más porque es mi última visita. Este día no llega ningún compañero; paso el día con el monaguillo, y en las primeras horas de la tarde abandono la residencia por última vez. Esta noche quieren registrar la casa donde está el P. Gorosterrazu.

Día 25 [de julio de 1936]. Santiago Apóstol- Este día ya no fue nadie a la Residencia. Algunos oyeron la misa en las Hermanitas, en público fue el último día.
En este día salen para el Seminario P. Gorosterrazu, Pozo, Victoriano, como sitio más seguro.
 No serían las siete de la tarde, viene el Demandadero a pedir las llaves, que vienen a registrar, a ver si había armas; fueron de catorce a 18, y como yo sabía lo que habían hecho con otros sitios no las quise entregar, y las forzaron. El registro se ve que fue minucioso, pues duró de tres a cuatro horas. Como al salir nos llevamos los plomos, lo tuvieron que hacer con velas; se llevaron esta noche cuanto les pareció. Entre ellos había algunos de lo peor. El Demandadero por miedo les fue enseñando todo como un corderito; lo que había de comer se lo llevaron esta noche. A la siguiente volvieron a por lo restante.
Esta misma tarde recibo del Padre Pedrosa una carta en que me dice que si puedo vaya a la residencia a por algunas cosas, pero ya era tarde; estaban los esbirros saqueando. Después que robaron cuanto les pareció y eso que no querían nada de ellos, se dieron en buscar sus moradores. De esta manera fueron pasando los días hasta que caen los P.P. Olarte Goñi.

Esto lo saqué de una carta que escribí a casa desde Zaragoza y la encontré en casa de los Padres; pueden ser fechas casi fijas; entonces estaba más reciente y era al pasarme.


Situación en la que queda el Convento de S. Felipe
1°- La Casa durante el Dominio Rojo: Desde que salimos hasta Noviembre no fue ocupada, nada más saqueada. Desde esta fecha llega la Columna del Rosal, que riñeron en Valencia con los de la U.G.T. y hay muchos muertos, pero tiene que huir y trasladan todas las fuerzas a Provincia de Cuenca, y como no hay cuarteles ocupan todas las Iglesias y conventos. Desde este día empiezan a destrozar todas las Iglesias y Conventos, inclusive archivos etc. etc. Empiezan las obras para acoplarlo a cuartel, y en esto queda hasta el fin. También sirve la parte baja para prisión de los prófugos. Al rendirse es ocupada para lo mismo por los Nacionales, que no la dejan hasta Diciembre del 39, en que nos hacemos cargo de ella. Y quedó casi como está en la actualidad.

2° - En cuanto a las peripecias de los otros Padres y Hermanos.

P.Romero. Ya me parece que apuntamos la salida de las Hermanitas - en que fue cogido por el Comité, después de abandonar el Asilo, sus andanzas tanto en Palafox como en el Hospital, por causa de la blasfemia en la posada - Gobierno Civil. etc.
P. Gorosterrazu. Lo que ya apunto. No me acuerdo cosa especial.
P. Olarte. Ya le puse en mi anterior. Por lo que me escribía por el monaguillo ya preveía lo que les venía encima; me decía que me quedara, que ellos ya estaban vendidos.
P. Pozo. No me acuerdo de cosa especial. Algo ya le dije en mi anterior, antes de salir de casa.
P.Goñi. En esta ya le cuento la peripecia que nos pasó a los dos; no me acuerdo de cosa especial.
H.Victoriano. Sin cosa especial más que lo dicho.
H. Clemente. no lo vi ni hablé con él desde que salí de casa.
H. Marcos. Sufrió muchísimo en las Hermanitas a causa de los cohermanos, que hacían sufrir al Superior, y veces hubo que se encaró con ellos, para echarles en cara su falta; lo trataron muy mal a causa de esto, pero cómo hacer cambiar el fondo del H. Marcos tan sencillo y recto; esto y otras muchas cosas que ya sabe, me lo contó cuando iba a verme, donde estaba yo escondido; a causa de esto sufrió lo indecible. Cuando vino a verme lo encontré tan desfigurado que apenas lo conocía.

martes, 11 de enero de 2011

AMAD A JESÚS

[Ofrezco a continuación una meditación navideña del P. Sagredo escrita en 1942 y dirigida a las Marías del Redentor, grupo seglar fundado por él. La meditación versa sobre tres momentos del Amor de Dios a los hombres: nacimiento de Jesús, muerte y Eucaristía. Tres momentos significativos en que Jesús personaliza y nos presenta el amor que Dios nos tiene. Acompaña el texto un cuadro de María llamado Madre del Redentor, mandado pintar por S. Alfonso y que se conserva en Ciorani Salerno-Italia), la Casa Madre de los Redentoristas. La otra imagen es un grabado de S. Alfonso en que el Niño Jesús pesca corazones. ]

PRIMERA MIRADA: A la gruta de Belén
¿Qué veis? Una cueva fría, un pesebre pobre, sobre él reclinado un Niño, a su lado una Madre que le está mirando de hito en hito … los pastores que llegan, los ángeles que cantan… ¿Quién es ese niño? Es el Hijo de Dios excelso que ha querido hacerse niño para hacerse amar … para que los hombres no tuvieran miedo de Él … se ha venido solo del cielo en busca del hombre sin que nadie en el mundo se dé cuenta … los pastores tienen que ser avisados por los Ángeles… los Magos por la estrella… ¿Quién es la Madre? Es la Virgen purísima e Inmaculada, la única que conoce los secretos de Jesús, la única que conoce sus delicadezas y amor.
¡Qué espectáculo tan hermoso y conmovedor ante el Cielo y la tierra! Jesús desconocido busca un amor delicado que le comprenda … ese amor lo encuentra sólo en el corazón de su Madre y de San José… sólo ellos … ¡Qué inefable correspondencia de amor entre el corazón de Jesús y el de María!
¿No eres tú también [como] María? Jesús espera hallar en ti un amor igualmente fino y delicado que comprenda las delicadezas de su amor.
SEGUNDA MIRADA: Al monte calvario.
¿Qué ves ahora? Una cruz; pendiente de ella un hombre descarnado y sangriento… al pie una Madre que le contempla transida de dolor mientras sus lágrimas unidas a la sangre del Hijo van empapando la tierra.
Al lado una joven desolada que se abraza a la Cruz, un poco más allá un discípulo tímido… en fin los verdugos, el populacho, … en el horizonte el mundo pecador, … en el cielo la Justicia Divina….
Estás en presencia de la más dolorosa de las tragedias. Un Dios expiando en su propio cuerpo y el alma los pecados de los hombres. “¡Cuánto los has amado!” Exclamarían los ángeles. Ese hombre-Dios es Jesús. A sus pies la Virgen Inmaculada inmolándose por Él.
Pero hay una tragedia más terrible… es la tragedia del corazón… Jesús quiere un alma que le comprenda, que sepa entrar en su Corazón, porque el mayor martirio del amor es no ser comprendido. Sólo encuentra una Madre buena que agoniza con Él al pie de la Cruz… Es cierto que Juan estaba allí y ama, que Magdalena llora… pero ni uno ni otro comprende todavía esos misterios del Corazón de Jesús. María sí, ella sabe penetrar hasta el fondo de ese Corazón… Jesús busca un amor sacrificado y María le ofrece el suyo desbordante de amargura…
Tú también estás llamada[o] a penetrar en esas intimidades secretas de Jesús reservadas a las almas predilectas como su Madre y a las que como Ella quieren ser Marías del Redentor. Pero si eres admitida[o] a sus secretos debes darle un amor sacrificado como el de María, un amor que todo lo sacrifica y renuncia, pues sólo este amor es capaz de conocer y comprender el amor de Jesús en las agonías del Calvario.
TERCERA MIRADA: Al tabernáculo
Contémplalo con tus ojos propios no es necesario que lo imagines, está tan cerca de ti… unas gasas que cubren la portezuela; detrás un copón, unas hostias; y oculto en esas partículas insignificantes el Rey del Cielo que es Jesús. ¿Desde cuándo? Desde la víspera de su muerte… ¿Por qué? … Para no dejarnos solos…. Tiene sus delicias en vivir con los hijos de los hombres… ¿Cómo? … Por un milagro del amor… Pero está solo… casi siempre solo… día y noche… y aquí no tiene a su Madre que le comprenda… como en la Gruta y en el Calvario… en cambio hay ya almas [personas] buenas que le comprendan. ¿Serás tú una de ellas? Para comprenderlo hace falta un amor abnegado, un amor de víctima que sepa olvidarse, inmolarse y ofrecerse con Él que es la Divina Víctima.
He aquí tu vocación. El amor te hará fecunda en frutos de Redención como hizo fecunda [a] la Virgen Madre. Como ella serás Madre de almas; pero antes es necesario que aprendas a amar como ella amó, y a inmolarse como ella se inmoló. Así el amor de María te unirá al sacrificio del Redentor y en toda verdad podrás llamarte María del Redentor.
Manuel Gil de Sagredo
Diciembre de 1942