miércoles, 29 de septiembre de 2010

INCIDENTE EN LA BIBLIOTECA NACIONAL

Caminan José María Ibarrola y su inseparable compañero por el paseo de recoletos, en dirección a la Biblioteca nacional, esta mañana soleada de final de septiembre. Es la biblioteca un espacio no sólo cultural, sino de libertad, donde pueden leer libros de todo tipo, y comentar sobre cualquier tema sin miedo a ser sorprendidos por los grupos de milicianos armados que pululan por Madrid. Entre ello comentan lo dialogado el domingo anterior en la Nunciatura con el P. Alfonso Áriz: la desaparición de cinco redentoristas en las inmediaciones del Perpetuo Socorro: los hermanos Nicesio, Gregorio, Aniceto y Pascual y el padre Urruchi. Entran en la sala de lectura de la Biblioteca Nacional y se sientan uno al lado de otro. Toma José María un libro de Alarcón y mientras hace que lee comienza a rezar el rosario. De improviso se coloca enfrente otro hombre vestido de mono y saluda atentamente y con gran efusividad a ambos personajes; se tarta de otro redentorista, el P. Raimundo Tellería, y desde mediados de julio no se habían vuelto a ver: llevaba este un libro de Azaña, El jardín de los curas. Disimulando la lectura, van entrecruzando palabras:
- ¿Qué sabes de los hermanos Nicesio y Gregorio? – Pregunta Tellería.
- ¿Recuerdas que se refugiaron en la calle de Francisco de Rojas, en el piso de D. Lino Bru Vea Murguía? – Contestó Ibarrola.
- Sí, claro.
- Pues el portero exigió a D. Lino que los expulsara rápidamente de su piso. D. Lino, buen sacerdote y entrañable amigo se opuso, pero el H. Gregorio creyó que lo más prudente era irse a otro sitio.
- ¿Y D. Lino lo consintió?
- Se opuso y le dijo al portero que únicamente saldrían sobre su cadáver; y esa defensa le ha costado la vida, pues el día 15 de agosto fue llevado y su cadáver apareció el día 16 en el depósito de cadáveres.
- Y entonces, los hermanos ¿Qué hicieron?
- Pues fueron a una pensión, pero al no tener documentación, no les aceptaron. Y fueron a esconderse al almacén de la editorial del Perpetuo Socorro en la calle General Arrando. Allí estuvieron casi sin comer. María Ruiz, la doncella de la Varonesa de Rada les estuvo llevando comida; y viendo que el H. Nicesio estaba enfermo consiguió que los acogiesen la familia Quintanilla, en la calle Covarrubias nº 17. Parece ser que el portero de la casa los delató y el 14 de agosto se los llevaron a una checa instalada en el Palacio de Valdeiglesias, en la calle de Nicasio Gallego nº 19. Por las indagaciones que hemos hecho entre los círculos de relaciones de los miembros de esa cheka, parece que los mataron en la carretera de Valencia, en las inmediaciones de Vallecas la madrugada del 16 de agosto. Que en el piquete iban un tal Juan José Casas, José Mere, Manuel González Perlado, José Ferigal que fue quien condujo el coche; y José Cuenca. Que este último le contó a María Escolar, que vive también en la calle Covarrubias que “subió al coche, donde se hallaban, además de los citados, dos hombres más; que faltando dos o tres kilómetros para llegar a Vallecas, pretestó el chófer Ferigal una avería; que hicieron bajar a los dos detenidos, que resultaron ser sacerdotes; y que cuando se hallaban en tierra dispararon sobre ellos, matándolos; que dispararon: José Ferigal, Manuel González Perlado y el Casas, sin que el procesado, horrorizado en aquel momento, disparara”
(Sumarísimo 5473, Legajo 4162, Signatura 4790, p. 24) por lo que me ha contado María, de la impresión estuvo tres días enfermo, (Cf. Archivo del Ejército. Exp. Sumarísimos 5473 (Legajo 4162, Signatura 4790, pp. 7 y 24) y 6225 (Legajo 3111, Signatura 3711, p. 4) por la valentía de los dos ancianos; el H. Gregorio dijo a los milicianos: “Nos lleváis como los judíos a Cristo” y el H. Nicesio, antes de ser fusilado, abrazó al jefe del pelotón y dulcemente le reconvino: “¿No te da pena matar a un viejo que puede ser tu padre y aún tu abuelo?” y después les pidió que le dejaran rezar una oración y que después le podían disparar.
Serían como las 11 de la mañana y todavía hablando Ibarrola, sea abrió de par en par la puerta de la sala de lectura y “de improvisto se precipita en el salón una docena de milicianos, con pistolas ametralladoras algunos, con fusiles o simples pistolas otros. … ¡era una reunión fascista! … Procedieron al cacheo individual, [los] encerraron en otra sala de la Biblioteca, hicieron llamar a todos los empleados de la misma presentes o ausentes con quienes, según ellos, [estaban] en relación los presuntos fascistas, [los] repartieron en tres o cuatro grupos atendiendo a la diversidad de los documentos de identidad... A … Ibarrola le habían … clasificado en el grupo más general, el de los que no tenían documentos del Frente Popular; a [Tellería lo] pusieron entre tres o cuatro ferroviarios, que así debían de serlo como [Tellería] turco. Por remate de todo aquel alboroto había ido llegando al jardín de la Biblioteca camionetas y coches para trasladar a los peces de aquella redada a la Dirección de Seguridad” (Tellería, Madrid al rojo. Memorias personales durante la Guerra civil en Madrid, T. II, pp. 9-10).
* * *

En la Dirección General de Seruridad, situada en la puerta del Sol, en la Casa de Correos, existen dos fichas de 2 cadáveres sin identificar recogidos en el Ayuntamiento de Vallecas que dicen:
“Un hombre sin identificar de unos sesenta y cinco años, estatura 1,800, complexión fuerte, pelo blanco algo calvo, vistiendo traje negro a rayas, camisa blanca a rayas, tirantes azules, cinturón de cuero, calzoncillo blanco y largo, medias negras con la marca S. una cruz y R zapatillas negras y gorra marrón falleció en el kilómetro siete el día de ayer a las cinco horas próximamente a consecuencia de fractura de la base del cráneo según resulta de informe facultativo y su cadáver habrá de recibir sepultura en el Cementerio de esta localidad. Se le encontró una carta dirigida a Gregorio Zugasti domiciliado en Manuel Silvela catorce Madrid” (Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 57-31, folio 263 vto., Núm. 139).

“Un hombre sin identificar de unos ochenta años, estatura 1,800, pelo blanco, bastante calvo, vistiendo pantalón negro a cuadros, un chaqueta de dril color caki, camisa blanca a cuadros, calzoncillos blancos largo con las iniciales “N.T.” y una cruz, medias negras y botas negras de una pieza con elástico y gorra negra con dibujos falleció en el kilómetro siete de la Carretera el día de ayer a las cinco horas próximamente a consecuencia de fractura de la base del cráneo según resulta de informe facultativo y su cadáver habrá de recibir sepultura en el Cementerio de esta localidad. Además se le encontró un rosario y una medalla” (Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 57-31, folio 264, Núm. 140).

domingo, 19 de septiembre de 2010

UN HOMBRE SIN IDENTIFICAR, HALLADO EN FUENCARRAL

En el pueblo de Fuencarral, provincia de Madrid, a las doce horas del día diecinueve Septiembre de mil novecientos treinta y seis, D. José Abraira López, Juez Municipal manda levantar el cadáver de un hombre sin identificar de 40 a 45 años, hallado a las 8 horas del día 18 del actual, en la Carretera de Francia, Km. 12, en la cuneta derecha de dicha dirección, era fuerte, algo gordo, estatura regular, pelo canoso y ojos castaños. Viste americana negra, pantalón a rayas negras y grises, camisa blanca con pechera postiza de fondo gris con rayas azules, no tiene camiseta; calzoncillos blancos largos, tiene un libro “Breviarium Romanum”, entre unas estampas sueltas de Santos, hay una dedicada por la Comunidad al Maestro M.R.P. Jiménez fechada en Burlada 7-8-1926, en un papel tiene las direcciones siguientes, Sr. D. José Fdez. Ruano. San Quintín 2—2. El Escorial – Sra. Dª. Francisca Yarza. Idem, un pañuelo blanco marca + S.R. D.J., un rosario y un Cristo. Según el reconocimiento practicado falleció en el Km. 12 Carretera Francia, a las 3.00 hs aproximadamente del 18 de septiembre, aproximadamente, a consecuencia de disparos de arma de fuego.
(Cf. Registro Civil Único de Madrid. Sección 3ª, Tomo 32-30, folio 107 vto. nº 207)

“HOY HA CAÍDO UN PÁJARO DE CUENTA”


Esta mañana a las 6 los pasos de José María caminaban por la calle del Nuncio. Tocaron en el caserón adornado con las llaves de S. Pedro sobre la puerta. Se adentró y saludó a P. Maximiliano, al desconocido de otras veces y a otro desconocido más, al parecer un sacerdote navarro que dice llamarse D. Jenaro Xavier Vallejos, que tras salir de la Checa de Fomento a acudido al caserón de la Nunciatura. El P. Maximiliano comenta que hace unos días vino a hablarle Lola Moreno, la de la Farmacia, con gran estrés de nervios, puesto que acababa de salir de la Cheka de Fomento y vino a contárme (Cf. Lucas Pérez, Notas manuscritas sobre la persecución sufrida por el Siervo de Dios Donato Jiménez Bibiano: Original en APRM., sec. Mártires, sig. 1209102. 1 pp.).



- Que el P. Donato Jiménez fue a hospedarse a su casa el día 12 de septiembre, tal como le habíamos aconsejado el domingo anterior en el desayuno. Pues al día siguiente se presentaron en el domicilio de esta señorita a eso de las 13,oo hs unos milicianos a hacer un registro; practicaron un registro muy largo, y viendo el equipaje del pobre refugiado, dijeron irónicamente: “Hoy ha caído un pájaro de cuenta”. Los subieron en dos coches y se llevaron a la célebre checa de la calle Fomento nº 9. Según me ha contado Lola el Padre declararía, según habían convenido, que estaba de visita en esa casa. Después sacaron al Padre y sometieron a la joven a una serie de preguntas indecorosas y la insultaron con afirmaciones villanas, defendiéndose ella bravamente y asegurando "que la podían matar; pero que era católica, apostólica y romana: que esto nunca lo negaría; de lo demás que dijeran lo que quisieran, pues todo era mentira y calumnia vil”. A ella la dejaron salir y el P. Donato se quedó allí.
D. Jenaro Xavier Vallejos tomó la palabra:
- Yo estaba detenido en el calabozo número 5 de la Checa de Fomento, cuando a eso de las 5 de la tarde del 13 de septiembre fue arrojado el padre al oscuro sótano, sin más luz ni ventilación que la de un ventanuco abierto al interior. Al verle entrar con su traje negro y aquel su ademán sereno y casi sonriente, pensé "¡Este es un fraile! ¡No lo puede disimular". Y efectivamente, al poco uno le preguntó cuál era la causa de su detención, a lo que él contestó orgulloso: "Señores, soy religioso Redentorista; por eso me han detenido". Al escuchar mi nombre y saber que yo era de Sangüesa se confió a mi pues conocía a mi familia. Me comentó que tenía una tarjeta de diplomático de la Nunciatura, por lo que no creía correr peligro; tal es así que le di una cantidad de dinero para que se la entregara a mi familia. Los días siguientes, viendo a algunos de los detenidos hondamente preocupados y agitados, se esforzó en levantar el ánimo de todos con su característico buen humor a la vez que con la semilla de un sano optimismo y, sobre todo, con los consuelos de la Religión, exhortándoles a estar bien con Dios por medio del arrepentimiento y confesión de sus pecados. Y efectivamente confesó a varios de los detenidos, siendo para algunos aquella la última confesión de su vida ya que fueron luego fusilados. Una de aquellas noches le llamaron a declarar; subió contento, pero cuando volvió a media noche regresaba con cabizbajo y con la cara sombría y preocupada. Lo tuvieron mucho tiempo arriba, lo cual engendró en todos los compañeros de calabozo el convencimiento de que le habían puesto en libertad. No tardó en descubrirme el secreto de aquella preocupación: Entre otras preguntas, habían sonado éstas en labios de uno de aquellos jueces: “¿Dónde está el P. Provincial? ¿Y el padre. N.?¿y el padre x? Y tú has predicado mucho por Navarra y por Galicia ¿verdad? Y te llamaban 'Pico de oro' ¿No?" Desde aquel instante el habitual buen humor y optimismo del Padre decreció notablemente, y andaba preocupado de saber quién era aquella persona tan siniestra. La noche del día 16 parece que recordó de quien se trataba y me prometió contárrmelo al día siguiente; pero ese día 16 fui llamado a declarar y me pusieron en Libertad. Desde entonces se quedó al cuidado de un joven llamado Antonio Gómez Fernández.
El P. José María tomó la palabra para agradecerle su narración y continuó:

- Informado por el P. Maximiliano se lo comenté a este amigo, y se acercó a Fomento, donde me dijeron que el P. Donato había sido puesto en libertad. Pregunté por el joven que le dijeron que había sido trasladado a la Cárcel Modelo.
- Efectivamente –continuó el desconocido- . Me acerqué a la Cárcel Modelo, y por medio de unos contactos pude hablar con el chico ese, pues la puesta en libertad del P. Donato me resultaba rara. Antonio Gómez Fernández. al preguntarle por el padre se conmovió y no pudo evitar una lágrima furtiva; con cariño me dijo: ‘Le estoy tan agradecido…!’. Me contó que aconsejado por don Jenaro se había acercado al P. Donato y allá junto a la ventana, mientras parecían distraídos mirando el reloj de bolsillo como contando los minutos eternos, le había abierto su conciencia sobre la que el Padre había dejado caer el calmante de sus palabras de consuelo y de perdón rubricadas por el trazo firme de una absolución sacramental. "En ese primer momento -comentó el joven testigo- había hablado el ministro del Sacramento de la Reconciliación; luego, tomó el turno en los labios del P. Donato el amigo siempre optimista que sabe alentar en los trances más difíciles; y finalmente apareció en él el Sacerdote-Soldado de Cristo Redentor tomaba las previsiones por lo que pudiera suceder. ‘¿En este último término, hijo mío, si nos matan ya sabemos lo que tenemos que hacer: Gritaremos con toda la fuerza ¡Viva Cristo Rey! Y entraremos en el cielo’". Esta conversación tuvo lugar, según Antonio Gómez, el día 16 de septiembre. En la noche del día 17 sonó en el calabozo nº 5 la voz bronca de un miliciano: “¡Donato Jiménez! ¡Toma! – y le alargó un sobre blanco- ¡a declarar!”. "Donato se levantó sereno y tranquilo; él sabía que iba camino de la muerte; se despidió de todos los que estabamos a su lado… La despedida fue para siempre, dijo: 'hasta la eternidad'. El Padre no bajó más al calabozo". Y esto es cuanto me ha contado Antonio Gómes. No he podido averiguar más.
Todos quedaron tremendamente conmovidos; apuraron las tazas de café con el mendrugo de pan negro y se emplazaron para el siguiente domingo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

RUMORES DEL MADRILEÑO BARRIO DE LA LATINA

Se acerca esta mañana del día 12 de septiembre de 1936 José María al caserón de la nunciatura con un desconocido. Siguiendo el mismo ritual que días antes, madrugan para moverse con más facilidad; allá, dentro del caserón se encontrarán con el encargado del edificio, el P. Maximiliano Áriz y el P. Donato Jiménez. Comparten el desayuno. Mientras toman un vaso de café el P. José María les da las noticias que ha conseguido sobre la suerte de los Redentoristas de la Basílica de S. Miguel PP. Ortiz y Miquélez y el H. Gabriel.
- He preguntado para ver si estaban en alguna de las cárceles o checas; parece que se los ha tragado la tierra. Pero siguiendo la pista del chico de la carbonería de la C. Segovia le pedía a este amigo que nos ayudara. Él os va a contar las noticias obtenidas.
El desconocido toma la palabra y comenta:
- Por la pista que me dio el P. Ibarrola, he estado indagando en la Casa de Campo; pregunté al Guarda de la Casa de Ganados. Y su mujer me contó lo siguiente: “El mismo día de la rendición del Cuartel de la Montaña, unos grupos de milicianos llevaron a las cinco de la tarde alrededor de dieciséis personas entre las que había Oficiales, soldados y paisanos para fusilarlos. Eran todas personas de mediana edad. El primero de los que llevaron era un suboficial del Artillería al que oyó la declarante protestar de que se le fusilara diciendo que venía de Vitoria a incorporarse a su Regimiento en Carabanchel y que nada tenía que ver con los sucesos. … que … rogaron a los milicianos en el nombre de Dios que desistieran de su criminal propósito pero lejos de acceder a sus ruegos ejecutaron su crimen entre insultos y blasfemias.... Todos los fusilados aquel día, que como ya tiene dicho eran alrededor de dieciséis debieron serlo sobre las tapias de la Mantequería, pues a su pie fueron hallados los cadáveres en dos grupos. No fueron enterrados allí sino que sus verdugos los trasladaron en una camioneta al Cementerio del Este”. (Declaración jurada de Soledad de Oro García ante el Tribunal de la Causa General de Madrid sobre el asesinato de una veintena de personas en la Casa de Campo de Madrid el 20 de julio de 1936. Madrid. 4 de abril de 1940: AHN., Sec. FF.CC. / Causa General de Madrid, Leg. 1506/1, Pieza Principal, Ramo 22, Fol. 5653. Página 1-2). Preguntado un amigo mío que trabaja en el Cementerio del Este, me confirmó que “el día 23 de Julio y los inmediatos que le siguieron, tuvieron entrada en el cementerio trescientos ochenta y ocho cadáveres procedentes, en su mayoría, de las personas asesinadas en la defensa del Cuartel de la Montaña, y el resto pertenecientes a gentes muertas violentamente en la lucha desencadenada en Madrid con motivo del alzamiento Nacional. Todos estos cadáveres fueron enterrados, solos y juntos, en una sola fosa” (Declaración jurada de Antonio Melgares Sáez ante el Tribunal de la Causa General de Madrid sobre la recogida e inhumación de cadáveres en el Cementerio del Este de Madrid durante 1936. Madrid. 16 de febrero de 1940: AHN., Sec. FF.CC. / Causa General de Madrid, Leg. 1506/1, Pieza Principal, Ramo 21, Fols. 5568bis-5568 / 4ª). Aunque nadie los vio matar, por la dirección que llevaban según nos han dicho los últimos que los vieron, es seguro que se encontraban entre aquellos que fueron asesinados ese día en la Casa de Campo. En ese mismo grupo murió el Marista del Colegio de Chamberí H. León Argimiro García y el Capellán de San Antonio de la Florida D. Andrés Molinera.
Tomando la palabra José María Ibarrola, dijo:

Se escuchó voces por la calle que disolvieron el encuentro. Se despidieron para encontrarse en el mismo sitio y a la misma hora unos días más tarde.
-Estamos investigando la desaparición del P. Urruchi y de los Hermanos Nicesio, Gregorio, Aniceto y Pascual. Ya os tendremos informados. Por otra parte, es imprescindible P. Donato que cambies de casa; ayer anduvimos este amigo y un servidor por la Cava Baja y nos dimos cuenta que allí todo el mundo sabe que hay un fraile escondido en el nº 8. Ya hemos hablado con la dueña de la Farmacia de la Reina Madre, la Sta. Lola Moreno, muy de la Basílica Pontificia; está encantada de recibirte en su casa, en la calle Mayor, encima de la esa Farmacia. Te espera esta tarde.

lunes, 6 de septiembre de 2010

LA ALEGRÍA Y LA TRISTEZA DEL ENCUENTRO


En otro punto de Madrid, justamente en el centro, dentro de un viejo caserón situado en la estrecha calle del nuncio, totalmente cerrado a cal y canto por miedo a los grupos de milicianos de círculo de La Latina que deambulan por las calles circundantes, se reúnen tres hombres que han madrugado para ganar horas al día: Maximiliano, Donato y José María. Tres redentoristas que han improvisado esta mañana una reunión en ese caserón destartalado que llaman Nunciatura, aunque el Legado Vaticano no ha llegado ni se cree que llegue tal y como están las cosas. Es la primera vez que los tres se encuentran y hay muchas nuevas que contar.

El P. Donato Jiménez, Superior en funciones de la Comunidad Redentorista de San Miguel al estar el Rector acompañando al Provincial, toma la palabra.y cuenta cómo han vivido los hechos. Cómo el día 18 comenzaron a oírse tiroteos por la calle, y aunque se celebraron todas las misas, las puertas se cerraron antes de lo acostumbrado; esa noche algunos ya durmieron fuera de la Comunidad, como el P. Maximiliano Áriz, que fue a refugiarse a la Nunciatura, donde trabajaba como Secretario. El día 19 de julio amaneció una pintada alrededor de la Basílica Pontificia que decía “Aquí son ocho”; era ese día el domingo del Santísimo Redentor; celebraron únicamente las primeras misas y después cerraron las puertas por el alboroto que se veía en las calles adyacentes. Por la tarde algunos salen a dormir fuera; desde la torre se pueden ver las llamas de algunas iglesias que arden. Ante este espectáculo el comienzan a poner a salvo de las llamas el archivo doméstico, algunas cosas de valor e incluso el hermano cocinero lleva a familias amigas algunos de los enseres de la cocina. Se vuelven a reunir por la mañana del día siguiente, 20 de julio, celebran algunas de las Misas. Llegaron noticias que el Cuartel de la Montaña estaba sitiado por milicianos y que dentro el General Fanjul resistía el envite. Ante la vista de cómo se ponían las cosas decidió como Superior que se consumiera el Santísimo, se quitaran los hábitos y comieran algo y uno a uno salieran de la casa y fuesen todos a refugiarse a alguna casa amiga. El P. Donato fue a refugiarse a la casa de un paisano de Alaejos (Valladolid) su pueblo, que vivía en el número 8 de la Cava Baja. Los PP. Crescencio Ortiz y Ángel Miquélez junto al cocinero de la casa el H. Gabriel Sanz fueron a refugiarse en casa de los monaguillos de la Basílica, en Costanilla de San Andrés. Quedamos que al día siguiente nos veríamos a las 6 de la mañana a la puerta de la Comunidad; y así lo hicimos. En ese momento al P. Donato Jiménez se le entristece el semblante y dice: “Y al encontrarnos el día 21 como acordamos, tres faltaron a la cita Ortiz, Miquélez y el H. Gabriel. Tal y como estaban las cosas no le dimos mucha importancia, pero …”

En este momento interviene el P. Maximiliano Áriz y cuenta como una vecina le llamó desde detrás de su puerta y le contó cómo les cogieron. Parece ser que al salir de la Comunidad al desembocar la calle Puñoenrostro con la Sacramento, se toparon con una multitud de gente enfervorizada que venía festejando la caída del Cuartel de la Montaña. Al ver a los tres hombres con su atillo al hombro uno dijo “A por ellos que son fascistas”. Uno de los sacerdotes le contestó que no eran fascistas sino “religiosos redentoristas de la Basílica Pontificia” creyendo que el desmentido les ayudaría. Pero se abalanzaron sobre ellos para lincharlos; algunos lograron convencer a la gente que era necesario juzgarles y los llevaron detenidos a un Círculo del Frente Popular que había al lado, en la calle del Rollo, nº 2. También un chico de la carbonería que hay en la calle Segovia vio esa tarde al Hermano Gabriel en el interior de un coche; iba junto a otros dos que no logró conocer. El coche fue calle Segovia hacia abajo y continuó en dirección a la Puerta del Ángel de la Casa de Campo. El P. Áriz termino su relación con un “nos tememos lo peor”.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

HALLAZGO DE DOS CADAVERES SIN IDENTIFICAR

Del Juzgado de Vallecas nos ha llegado la siguiente noticia:

"Hoy, día 31 de agosto de 1936 se han recogido dos cadáveres en la Carrantona, termino municipal de Vallecas; los dos cadáveres sin identificar, se presume que la muerte tuvo lugar a eso de las 5 de la mañana y la causa ha sido por rotura de la base del cráneo. Les ofrecemos los datos forenses por si pueden ayudarnos a su identificación:
'Un hombre sin identificar, que representa unos 55 años de edad, vistiendo americana y chaleco negros, pantalón color marrón a rayas, camisa blanca a rayas verdes, calzoncillos de tela blanca largos con una marca ilegible, calcetines y zapatos negros. Falleció en la Carrantona el día 31 de Agosto del 36. Consignándose además que se le encontró un pañuelo de tela blanca con la inicial J., un rosario un crucifijo unas gafas y una medalla.'

'Un hombre sin identificar, que representa unos 60 años de edad, vistiendo una americana gris a rayas, pantalón lo mismo, camisa blanca iniciales en encarnado B.G.C. calzoncillo de tela blanca largo con las iniciales P.S.D.P. camisa blanca, tirantes blancos, calcetines grises y alpargatas negras. Falleció en la Carrantona el día 31 de Agosto del 36. Consignándose además que se le encontró un escapulario.'
(AHN., Causa General de Madrid, Leg. 1508, Partido J. de Alcalá de Henares, L. 2, Vallecas, Fol. 229 r)
En caso en que alguna persona sepa la identidad o pueda ofrecer algún dato sobre los cadáveres, rogamos que se ponga en contacto con este Juzgado".

ACLARANDO LA DESAPARICIÓN DE DOS ABUELOS

Recogemos varias de las declaraciones tomadas que nos ayudarán a organizar los hechos (Ricardo Colmenares, Residencia del Perpetuo Socorro en Madrid. Relación de los acontecimientos acaecidos al R.P. Antonio Girón González. 26 de junio de 1952: APRM., Mártires 1100210/02. pp 1-8).
El Superior de la Comunidad, el P. José Machiñena nos dice: “El P. GIRON, en efecto, se me presentó un día en el refugio donde me encontraba, pidiéndome permiso para ir a las HH. de los Pobres de Almagro, porque donde se encontraba no podía decir misa y sí en las HH. Estas le admitieron en efecto, pero al cabo de algún tiempo, habiendo tenido la M. Superiora noticia de que en su Casa iban a hacer un registro los que se dedicaban a ese oficio lucrativo para ellos, avisó por teléfono a la Superiora de otra Case ("La Ronda") de una manera velada si podía admitir en la suya dos ancianos; contestándola ésta que sí, allá lo llevaron por temor de que en el registro lo detuvieran, pues no tenía documentación alguna; pero sucedió que en Almagro no llegaron a hacer el registro y sí en la Casa donde se refugió el P. Girón, a los dos días de haber llegado... A la vuelta decía uno de los rojos que lo llevaron: ‘Vaya frailecito aquel y la serenidad que tenía, pues no dejaba el Rosario de la mano y con él continuó hasta que cayó muerto’. - El P. Ibarrola debió de recoger informes de las Superioras de los dos conventos donde estuvo".

El P. José Mª Ibarrola a su vez nos cuenta lo que a su vez le han contado fuentes feacientes: “Se los llevaron en un coche y nuestro P. Girón cambió de aspecto; se puso muy derecho, aceleró el paso y sonriente penetró en el auto. Es algo macabro. Algunos ancianos oyeron que los del coche decían a otro más joven: ‑'Ya te ensayarás bien hoy sobre todo con estos frailes que no se mueven por nada'. Uno de los porteros escuchó a los verdugos que contaban entre risotadas: -‘¿Has visto a estos tíos? Todavía iban rezando su rosario y no lo soltaban"

En el asilo de San Luis en la calle del Dr. Ezquerdo, la Hermana Matildel Etienne, P.S.D.P. (Petites Soeurs Des Pauvres), nos cuenta que el P. Antonio Girón estaba refugiado en el Asilo de la calle de Almagro de Madrid. Que allí amenazaron los milicianos con hacer un registro y por esa razón vino al Asilo de S. Luis entre el 10 y15 de agosto. Le acompañó “un anciano del Asilo de la Calle Almagro, donde él era bastante conocido de los ancianos”. Por eso “nuestra Buena Madre Provincial nos pidió que lo recibiéramos en el de S. Luis, juzgando mas prudente y mas seguro para el padre; y lo izo acompañar para un anciano de almagro que parecía de toda confianza, pero que luego fue malo, …. En S. Luis lo recibimos como anciano y llevaba la misma vida que los pobres, con gran pesar nuestro, pero teníamos que obrar así de esta manera para disimular. El pobre padre, ya de cierta edad estaba muy impresionado y muerto de miedo sobre todo cuando veía grupos de milicianos y milicianas que venían para hacer registros en el Asilo. Lo que hicieron varias veces antes de incautarse del Asilo. El Reverendo Padre, en los pocos días que estuvo en el Asilo no ejerció nunca el ministerio por prudencia. Nosotras hasta el día 15 de agosto tuvimos la Sta. Misa todos los días, pero el 15 a D. Jesús Posta, nuestro Capellán y a D. Enrique Montes que estaban en casa, les pedimos que se fueran porque veíamos el peligro eminente y como eran tan conocidos de todos los ancianos no los podíamos ocultar. Todo lo contrario que al Padre Girón, al que nadie lo conocía y nadie sabía que era un sacerdote, sólo la Hermanita Asistenta y yo; pensábamos que pasaría desapercibido entre los otros ancianos, como así fue hasta el día de S. Bartolomé, en que los Comunistas se incautaron de la casa.