El cuadro bellamente pintado por
Belén del Pino, nos presenta la vocación misionera redentorista vivida en
Cuenca (que se presenta como escenario) y que es vivida de forma martirial. El
puente de San Pablo se presenta a la par como en espacio de salida a la misión
de anunciar el Evangelio y el martirio que abre la vocación de los seis
redentoristas a identificarse plenamente con el Redentor. El puente identifica
la misión y el martirio; toda vocación misionera está llamada a vivirse en
dimensión martirial.
El grupo de los seis mártires están
en movimiento, en itinerancia; caminan como comunidad de misioneros que salen
de misión; una vez más, nos habla de la dimensión profética de la comunidad
apostólica redentorista, llamada a unirse a Cristo Redentor y firmar con su
vida aquello que anuncia en su mensaje.
Cada uno de los misioneros-mártires
lleva a la mano un elemento con los que
identificar la vocación misionera: el H. Victoriano lleva en sus manos la
Palabra de Dios, el P. Pozo la cruz misionera; el P. Goñi el icono del Perpetuo
Socorro; y el P. Ciriaco Olarte el rosario. Cuatro elementos que identifican esta vocación
misionera. El P. Pedro Romero tiene las manos en actitud de recogimiento y
oración, que recuerda la necesidad de la oración para vivir como misioneros.
Por último, el grupo va precedido por el P. José Javier Gorosterratzu que lleva
la palma del martirio; el horizonte martirial es el horizonte propio del
misionero, que anuncia el Evangelio de Cristo en medio de cualquier
circunstancia.
Por último cada uno de los
mártires lleva el elemento que sintetiza algo importante de su vida. El P.
Gorosterratzu lleva la palma por ser el cabeza del grupo. El H. Victoriano
lleva el libro, por ser un misionero que predicó desde la escritura,
traduciendo la palabra de Dios a los escritos espirituales que compuso para la señora que
dirigía. El P. Julián Pozo lleva la cruz, pues su vida fue un configurarse con
Cristo en la cruz de la enfermedad. El P. Miguel Goñi lleva el icono del
Perpetuo socorro, que intenta salvar como la mejor joya de la comunidad, por su
devoción mariana. El P. Ciriaco Olarte está pasando las cuentas del rosario,
recordándonos que cuando fueron detenidos acababan de celebrar la eucaristía y
rezaban el santo rosario. Por último, el P. Pedro Romero está en actitud de
silencio, oración y recogimiento, actitud en la que vivió los últimos años de
su vida; mientras tanto sus ojos contemplan a sus compañeros pues él vivió dos
años más que aquellos y le tocó dar sentido a su vida desde lo acontecido a sus
hermanos de comunidad.
La actitud de los seis es seguir
caminando; queda mucho por hacer. La congregación del Santísimo Redentor ha de
continuar anunciando a Cristo de palabra y obra, en medio de todas las
circunstancias. Estos seis redentoristas te invitan a sumarte tú, consagrándote
en la Congregación como religioso o incorporándote a la obra redentorista como
laico que comparte espiritualidad y misión.
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