sábado, 24 de diciembre de 2011

BEATO ANICETO LIZASOAIN LIZASO

Infancia y vocación del Siervo de Dios


En la falda de la sierra de Aralar, coronada por el Santuario de San Miguel, se haya el pueblecito de Irañeta (Navarra). El día 17 de abril del año 1877, a las 8 de la noche en el número 17 de la calle de San Juan, daba a luz Francisca Lizaso un hijo varón (Registro Civil de Irañeta (Navarra), Sección 1ª, Libro 1º, folio 13, Número, 15). Antes de acostarse, Miguel Ángel Lizasoain, el padre de la criatura, fue a la casa parroquial para avisar al Sr. Cura de que iría a bautizarle. Al día siguiente el niño recibía el Bautismo de manos del Coadjutor, D. Manuel Irañeta, quien le puso por nombre Aniceto (Parroquia de San Juan Bautista de Irañeta (Navarra), Libro de Bautismos nº 3, fol. 92, nº 6). El 30 de agosto de 1878, cuando Aniceto contaba con algo más de un año recibía el Espíritu Santo mediante el Sacramento de la Confirmación, que le fue conferido en la misma Iglesia, por el Obispo de Pamplona Mons. José Oliver (Parroquia de San Juan Bautista de Irañeta (Navarra), Libro de Confirmados, 1º, folio 43).

Su infancia transcurrió en el pueblo natal, donde fue creciendo en el seno de una familia de lengua euskera y muy cristiana. El recuerdo que de su infancia queda entre aquellos que le conocieron, nos lo trasmite D. Saturnino Zubeldía, el sacerdote que en 1944 pastoreaba Irañeta, en una carta: “Era buen muchacho, obediente, piadoso, respetuoso con sus padres y mayores, un buen compañero en los juegos, que siempre eran honestos, y siempre demostró mucha vocación al estado religioso”. Aniceto además de madurar su vocación en el seno familiar, compartió esta con un hermano mayor que él, que fue sacerdote de la Diócesis de Pamplona y otro hermano menor, Lorenzo Lizasoain, que profesó como religioso Marista y que murió también mártir en Toledo el 24 de agosto de 1936. Poco más sabemos de su infancia.

Iraneta (Navarra)
El 9 de septiembre de 1892, ingresó en El Espino (Burgos) como jovenista, para formarse y ser misionero Redentorista, sin apenas saber hablar en castellano. Dada su edad y a la dificultad de la lengua castellana, siempre tuvo un retraso en sus estudios. El 9 de septiembre de 1895 marcha del Espino camino de Nava del Rey para hacer el noviciado. Sólo hizo 3 años de formación preparatoria de los 5 previstos. La razón fue la guerra de Cuba; por miedo a que le llamaran a alistarse fue enviado junto a otros cuatro al Noviciado para impedir que estuvieran sujetos al servicio militar. Aunque posteriormente intentará alcanzar ese nivel académico, siempre será una dificultad en sus estudios estos 2 cursos que no cursó en El Espino.

Vida en la Congregación del Santísimo Redentor

El 15 de octubre de 1895, en Nava de Rey, viste el hábito redentorista, iniciando así su noviciado bajo la tutela del P. Colloud. Después de un año, emitirá sus votos como Hermano corista el 15 de octubre de 1896, firmando el acta con el nombre de Aniceto María Miguel. El P. Maestro en su informe destaca además de su terquedad, su carácter bueno, pacifico y humilde, aunque le ve un poco simple y muy cerrado en sus sentimientos, quizás por no hablar bien el castellano y ser de lengua madre vasca. En cuanto a los conocimientos tanto de humanidades como de retórica le parecen que son parcos, por lo cual, aunque da su voto favorable para que emita los votos, cree que antes de comenzar la Filosofía ha de completar esa formación.

Emitida su profesión fue a la Casa-Estudiantado en Astorga (León). Por consejo del Maestro, como el nivel académico que presentaba el Siervo de Dios era insuficiente para comenzar los estudios de Filosofía, se vio oportuno que realizara junto a otros compañeros los dos cursos previos, uno de Humanidades y otro de Retórica. En octubre de 1898 comenzaba la Filosofía. El 10 de septiembre de 1899, en la Iglesia de los Redentoristas de Astorga (León) recibía la Tonsura y las Sagradas Órdenes Menores de manos del Obispo de Astorga Mons. Vicente Alonso Salgado. Entre 1900 y 1902 realiza los estudios de Teología Dogmática. En septiembre de 1902 comenzará los estudios de Moral.

Al inicio de 1903, estudiando Moral, y cerca ya de su Ordenación comenzó su martirio. Los formadores creen que no tiene madurez suficiente para continuar los estudios de cara al sacerdocio. Le ofrecen dos posibilidades: abandonar la Vida Religiosa o continuar en ella como Hermano coadjutor. Parece que la única causa de esta decisión de los superiores fue el “temor fundado de que le faltara la prudencia y no tuviera el juicio necesario para el desempeño del ministerio sacerdotal” (Un testigo). No obstante, con el paso del tiempo se vio que la decisión fue demasiado precipitada y que se debiera haber sopesado más.

H. aniceto con su familia (madre y hermanos)
El de la derecha es el H. Jorge, mártir en Toledo
La disyuntiva le sume en una crisis nerviosa, ya que no llega a comprender la razón. El 20 de marzo de 1903 llegaba a la Nava del Rey (Valladolid), con un doble motivo: por un lado, para que se repusiese de la enfermedad, y por otro, para que el Maestro de Novicios le ayudase a entender la negativa de los superiores. Pero el golpe fue demasiado fuerte, su sistema nervioso llegó a descontrolarse. El 5 de mayo tuvo que salir para su casa para descansar. Cuando volvió en octubre había recobrado la tranquilidad; aunque con la intención de proseguir sus estudios; fue destinado como sacristán al Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid hasta mayo de 1904 en que toma el tren con destino a Granada, donde ingenuamente espera el momento en que de nuevo pueda continuar sus estudios; testimonio de este deseo son varias de las cartas que escribe en las que expresa su espera en la resolución de su caso. Viendo que no se abría ningún camino, de nuevo se le ofrece la disyuntiva de abandonar la Vida Religiosa o continuar como Hermano; pero era tanto el cariño que sentía hacia la Vida Religiosa y hacia la Congregación, que con dolor asumió la oferta de ser un Hermano coadjutor redentorista. Lo que no le abandonará será el sufrimiento de su sacerdocio malogrado. Con él irá durante treinta años.

En Granada estuvo desde 1904 a 1918 desempeñando tareas de sacristán, portero y diversas tareas domésticas, entre las que destaca la de ecónomo de la Comunidad. En la ciudad andaluza será testigo de la inauguración del Santuario del Perpetuo Socorro (12 de diciembre de 1913) por el Arzobispo José Menseguer.


En 1918 Aniceto es destinado a Valencia, a la Comunidad que los Redentoristas tienen en la Iglesia del Temple; allí hace de sacristán y portero los dos años que permanece en ese destino. Y de Valencia es destinado en 1920 a Madrid en 1920, donde residirá hasta su muerte. En la capital de España vivirá en las dos residencias que los redentoristas poseían: en la comunidad de San Miguel desde 1920 a 1922 cuidando del anciano y ciego P. Azevedo y a partir de mayo de 1922 va destinado al Santuario del Perpetuo Socorro, donde residirá hasta el 19 de julio de 1936 en que saldrá de la residencia para refugiarse en una casa particular. 
Comunidad de San Miguel de Madrid en 1920
H. Aniceto (2ª izq. fila trasera)

Aunque tenía un temperamento nervioso, que en determinados momentos le llevaba a perder el control, se hacía de querer por su ingenuidad. Un compañero decía de él que “en las diversas comunidades por donde pasó, fue prestando excelentes servicios, pues era hombre seguro, fiel y de buen espíritu”.

Espiritualmente era una persona con una fuerte experiencia de Dios que le va a ayudar a sobrellevar la frustración; espiritualidad muy marcada por la oración, el servicio, la humildad, el amor a la Congregación y la fidelidad a su llamada. Esta fidelidad va a quedar de manifiesto en diferentes ocasiones al insistir en el acceso al presbiterado, manifestando que no es por terquedad, sino que se trata de un asunto de conciencia: por fidelidad a la llamada de Dios. Destaca en él el amor al sacramento del sacerdocio: en repetidas veces insistió ante los superiores para que le permitieran ordenarse de presbítero y aún llevó el asunto por medio del Nuncio a la Sagrada Congregación de Religiosos, pero todos sus intentos resultaron fallidos.
Pasión y muerte
El Siervo de Dios salió de su residencia el 19 de julio de 1936, y durante las primeras semanas de la persecución estuvo refugiado en casa de Dña. Emilia Alcázar, (Calle Nicasio Gallego) cerca del Santuario del Perpetuo Socorro. Allí permaneció casi un mes; al comienzo estaba con el H. Pascual y después con el H. Máximo. Durante este tiempo se dedicaba a leer y rezar el libro de San Alfonso Práctica de amor a Jesucristo y a escribir sobre los acontecimientos que observaba en el Madrid revuelto de aquellos días. Se mostraba muy agradecido a la familia Hortelano. A aquellos que le visitaban les decía: “me encuentro bien y ya he ofrecido mi vida por Jesucristo”. Antes de salir de casa de Dña. Emilia quemó todos los escritos que le podían comprometer y dejó allí los libros piadosos. Al marcharse en un trozo de papel escribió en euskera una oración a San Miguel y la pinchó en la cortina, para que el Arcángel protegiese aquella casa de los registros.

Oración en euskera a San Miguel escrita por el H. Aniceto en agosto de 1936.
 El día 14 de agosto de 1936 se trasladó al número 15, piso 3º c-d, de la calle Larra, junto a la pensión Perpetuo Socorro, propiedad de doña María Membiela (piso 3º centro e iz). En el piso vivía una señora rusa llamada Lidia Perchine, su hijo Igor y y el músico Alexis Serikoff Avilova.
Poco tiempo estuco en ese refugio, pues el día 16 de agosto se presentaron los milicianos para un registro. La dueña presentó su documentación como rusa, y desistieron de seguir indagando; ya se marchaban cuando ésta les dice: “Tengo aquí un huésped que me entregaron “ésas” (las Membiela) y que debe ser un fraile” (Cf. Declaración de María Membiela).
Inmediatamente echaron mano del Hermano. Éste les pidió que le permitieran entrar en el cuarto de baño; allí se puso a romper papeles que le podían comprometer, como era el diario que seguía escribiendo. Como tardaba en salir y oyeron ruido de papeles, los milicianos entraron violentamente en el cuarto de baño y todavía lograron coger algunos de los papeles que bastaban para la perdición de su autor. De inmediato se lo llevaron.

Don Enrique Castillo, que se hospedaba en la pensión de las de Membiela, desde el balcón, los vio salir; según él, el Hermano iba en mangas de camisa y con las manos atadas atrás. Así entró en el coche, y parece ser que le llevaron a la checa de Bellas Artes. Al poco tiempo volvieron los milicianos y D. Enrique les oyó decir que ya se los habían liquidado. También dijeron que le quitaron las 3.000 ptas. que llevaba consigo. Al volver para llevarse a María Membiela dijeron los milicianos “ya lo hemos liquidado”.

Se da como fecha probable de su muerte el 17 de agosto, tal como aparece en un Acta de defunción del Juzgado Municipal de Chamartín de la Rosa (Registro Civil de Madrid (Chamartín), Sección 3ª, Tomo 51-24, folio 254 v.).

Aunque ésta pertenece a un cadáver sin identificar, desde las investigaciones realizadas por el P. Lucas Pérez, se ha asociado dicho cadáver al del Siervo de Dios por las iniciales con que este cadáver tenía marcada la ropa interior: A.L.:

“Aniceto Lizasoain? 964: Chamartín. 17.8.36. ‘Un cadáver sin identificar. Vestía americana y pantalón azul, camiseta blanca con iniciales A.L.; calzoncillos blancos con igual marca y calzaba alpargatas negras con suela de goma, sin calcetines, ni llevaba documentación ni objeto alguno que pudiera identificarle. Inscrito el 17 de agosto de 1936 en Reg. Civil del Juzgado de Chamartín’”
Por lo que podemos percibir en el documento, éste está escrito no por el Juez o Secretario del Juzgado Municipal, sino por uno de los testigos; tal irregularidad nos puede dar pistas de la situación que podía vivirse en ese Juzgado y nos puede dar razones de los pocos detalles que aparecen sobre el cadáver.

Según consta, la muerte debió suceder en torno a las una de la madrugada del día 17 de agosto; el cadáver fue hallado en un descampado junto al camino viejo del Cementerio de Chamartín. Este cadáver, que con total certeza pertenece al Siervo de Dios, fue inhumado en el Cementerio de Chamartín de la Rosa el mismo día 17, en el patio 2º, fila 7ª, manzana 1, número 7, cuerpo 1º. Con la construcción de la Estación de Ferrocarril de Chamartín de Madrid, el Cementerio desapareció y el cadáver fue exhumado y llevado a la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos (Madrid) junto con otros 29 cadáveres de personas sin identificar procedentes de Chamartín. En la Basílica de nuevo fue inhumado en un columbario que se encuentra en la Capilla del Santísimo el día 9 de marzo de 1968.

ORACIÓN

(PARA USO PRIVADO)
Por mediación del S. de Dios Aniceto Lizasoain Lizaso

Padre, que concediste a tu Siervo Aniceto una admiración y un amor grande al sacerdocio, te pido me valorar la vocación sacerdotal y pedir por las vocaciones. Por Jesucristo nuestro Señor.

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martes, 6 de diciembre de 2011

BEATO GREGORIO ZUGASTI, MISIONERO REDENTORISTA Y MÁRTIR DE LA COMPASIÓN Y CARIDAD

El H. Nicesio no hizo sólo su viacrucis personal. Desde que salió de la Comunidad estuvo acompañado del H. Gregorio Zugasti; dejándose llevar de su corazón compasivo, fue cuidador, apoyo y lazarillo del anciano Nicesio, compartiendo con el el viacrucis y el martirio. Por esa razón muchos lo califican de mártir de la compasión y la caridad.
Infancia, juventud y vocación
Un día 12 de marzo del año 1884, en Murillo de Yerri, un pueblo de Navarra, no lejos de Estella, nació un niño; sus padres fueron Patricio Zugasti y Petra Fernández de la casa de Esquide  (Registro civil de Arizala – Yerri, Sección 1ª, Libro 11, folio 62). Fue bautizado ese mismo día con el nombre de Gregorio (Parroquia de San Esteban de Murillo de Yerri (Navarra), Libro de Bautismos nº 1, folio 135, nº 1). El niño fue creciendo junto a sus seis hermanos, en una familia de agricultores y viticultores.

Fue iniciado en la fe, como era lo propio de una familia católica, recibió la confirmación el día 9 de junio de 1888 en la Parroquia de Nuestra Señora de Eguiarte (Navarra) (Parroquia de San Esteban de Murillo de Yerri (Navarra), Libro de Confirmados nº 1, folio 19 y 19 bis). Del ambiente religioso familiar dan pruebas la vocación de Gregorio, la de su hermano Julián (Redentorista), la de su hermana Micaela (Concepcionista de Los Arcos). Por el trabajo que después desarrolló siendo redentorista, sabemos que de niño, además de colaborar en las tareas familiares, asistió a la escuela donde fue iniciado en la lectura, escritura y reglas aritméticas; debió de ser un chico aplicado, pues después se convirtió en el maestro de sus hermanos: “Teníamos un maestro que no servía para nada, y él nos enseñaba todo lo de la escuela, nos daba premios los domingos por saber las lecciones, y tenía lotería y baraja para los días de fiesta” (Carta de Leandra Zugasti, hermana de Gregorio).
Vista de Murillo de Yerri (Navarra)
Conforme fue madurando, se despertó en Gregorio un profundo sentido religioso, cuidando su vida de piedad, comulgando con frecuencia y alimentando su piedad con la lectura. Su hermana Leandra nos lo cuenta en la carta anterior: “Se iba a Ugarte a comulgar un domingo, y al siguiente a Rocamador de Estella, y trajo de la tía de Esquide, de la plaza de San Juan, el Año Santo, o sea, doce libros, cada uno de su mes, y se pasaba mucho tiempo leyéndolos”.
Durante su juventud fue incrementando el deseo de agradar a Dios, rechazando aquello que veía como contrario a la voluntad de Dios; su hermana nos lo cuenta de nuevo: “… Él siempre estaba en casa, con mucho arte para todo, y cuando llegaba Carnaval nos compraba merienda para que no saliéramos a verlo, y sobre todo los ‘zamarreros’, que eso lo inventaron los malos y nosotros eso no queríamos verlo... El día de Jueves Santo desde que moría el Señor hasta que resucitaba estaba a pan y agua y los viernes decía que eran día de penitencia. Cuando se marchaba fraile decía que sus mayores glorias serían morir mártir”. Por el contrario, se fue manifestando en Gregorio la búsqueda de la soledad, la ascesis y la oración, que le fueron inclinando hacia la Vida Religiosa. Después del servicio militar ingresó en la Congregación del Santísimo Redentor.
HH. Felipe y Gregorio Zugasti
 Vida como Misionero Redentorista
En 1906 entra de postulante en Pamplona (Navarra) y a los pocos meses, el 28 de diciembre, viaja a Astorga (León), donde es acogido como postulante con el oficio de aprendiz de cocinero. En marzo de 1908 marcha a El Espino (Burgos) donde inicia su Primer Noviciado el 16 de octubre de 1908 con la vestición del hábito redentorista, teniendo de maestro al RP. José Chavatte.
El 18 de abril de 1909 termina el Noviciado y en mayo es destinado al Perpetuo Socorro de Madrid, aún como novicio, como auxiliar en la Administración de la Revista del Perpetuo Socorro. En esta comunidad y desplegará su vida como Misionero Redentorista, con la excepción de dos periodos de tiempo: desde enero a mayo de 1909 es cedido a la Comunidad de San Felipe de Cuenca para hacer de enfermero; desde junio de 1912 reside en El Espino para hacer su Segundo Noviciado, que termina con su Profesión Religiosa el 25 de diciembre de 1912 (Liber secundus Professionis Laicorum de la Provincia de Madrid C.Ss.R., folio 64 (1912), nº 64: APRM).
H. Gregorio (en el centro) en el Perpetuo Socorro en 1916
Físicamente era un hombre fuerte y corpulento; como rasgos de personalidad, era muy trabajador y ordenado, servicial, prudente, serio, respetuoso y obediente; como religioso se mostraba piadoso y sumamente caritativo. Desde su profesión en 1913 trabaja en la Administración de la Revista del Perpetuo Socorro como oficial y gerente. Será un Misionero de la caridad y la compasión en la vida ordinaria. De esta caridad y abnegación tenemos una buena prueba en su conducta con su compañero de martirio el anciano H. Nicesio, al que unió su destino por no dejarle solo en su ancianidad.

Por su trabajo conocía muy bien Madrid, y mantenía relación con muchas personas, lo que le hubiese permitido salvarse. Pero su corazón compasivo y caritativo, no le permitieron desentenderse del H. Nicesio, viejo y casi ciego, y que hacía poco que había llegado de Santander; y le unió a su suerte.
MARTIR DE LA COMPASIÓN Y LA CARIDAD

H. Gregorio (centro - fila trasera) en 1930 en el P.S. de Madrid
El 19 de julio, Gregorio se hizo cargo del H. Nicesio y se refugiaron en el nº 9, 1º la calle Francisco de Rojas donde vivía el sacerdote D. Lino Vea Murguía con su madre Trinidad Bru, viuda de Murguía. El día 27 de julio, ante las amenazas del portero, deciden irse para no comprometerlos, y van a una pensión en la calle Pelayo nº 38, 1º izq. La dueña de la pensión le pidió al H. Gregorio que firmara en el libro de huéspedes, pero éste no se atrevió a hacerlo con firma fingida y declaró su condición de religioso. La dueña se asustó y no se atrevió a ocultar a los religiosos y estos tuvieron que salir a la calle. Después se refugiaron en un sótano que poseía la editorial Perpetuo Socorro en la calle del General Arrando. Sorprendidos por un grupo de mujeres que se compadeció de ellos y les buscaron alojamiento en la casa de Filomena Múgica en la calle Cobarrubias nº 17, 2º; allí estuvieron hasta el día 14 de agosto en que fueron detenidos y llevados a una cheka instalada en el nº 19 de la calle de Nicasio Gallego. Debieron de estar 1 día en la cheka, pues parece que fueron asesinados en las inmediaciones de Vallecas en la madrugada del 16 de agosto de 1936.  Alguien comentó que el H. Gregorio dijo a los milicianos: “Nos lleváis como los judíos a Cristo” y que fue el primero en caer.
Entre los cadáveres sin identificar inhumados en Vallecas aparecieron 2 recogidos el 16 de agosto de 1936 en el km. 7 de la Carretera de Castellón; el numerado como cadáver nº 61 pertenecía a una persona de unos 65 años de edad, con las marcas en la ropa interior “S+R”, y poseía una carta dirigida a Gregorio Zugasti con la dirección de Manuel Silvela 14 de Madrid. Según el Acta de defunción, se trataba de “un hombre sin identificar de unos sesenta y cinco años, estatura 1,800, complexión fuerte, pelo blanco algo calvo, vistiendo traje negro a rayas, camisa blanca a rayas, tirantes azules, cinturón de cuero, calzoncillo blanco y largo, medias negras con la marca S. una cruz y R zapatillas negras y gorra marrón falleció en el kilómetro siete el día de ayer a las cinco horas próximamente a consecuencia de fractura de la base del cráneo” (Acta de defunción de Gregorio Zugasti: Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 57-31, fol. 263).
El cadáver fue inhumado en el Cementerio de Vallecas (Madrid), en fosa común, en la zanja nº 2, cuerpos 3 y 4. El 4 de julio de 1940 se procedió a la exhumación, a su identificación y trasladado al Panteón de los Redentoristas en el Cementerio de la Almudena de Madrid, donde reposa actualmente.
ORACIÓN
(PARA USO PRIVADO)
Por mediación del S. de Dios Gregorio Zugasti Fernández de Esquide
Padre, que concediste a tu Siervo Gregorio un corazón compasivo para con el prójimo más débil y aumentaste su caridad para jugarse la vida en solidaridad con el hermano; te pido me concedas un corazón compasivo y solidario para ser buen samaritano de mi prójimo. Por Jesucristo nuestro Señor.

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miércoles, 16 de noviembre de 2011

BEATO NICESIO PÉREZ DEL PALOMAR QUINCOCES

                                                                                          Infancia, juventud y vocación

El H. Nicesio había nacido en el pueblo alavés de Tuesta el 2 de abril de 1859; sus padres se llamaban Rufino Pérez del Palomar y Leona Quincoces. El mismo día de su nacimiento nació a la fe en la pila bautismal de la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Tuesta (Álava); la Confirmación le fue conferida en el cercano pueblo de Espejo (Álava) el 26 de mayo de 1875 por el Sr. Obispo de Vitoria D. Diego Mariano Miguel cuando ya contaba con 16 años. No poseemos detalles de su infancia.

De su juventud únicamente sabemos que participó en las guerras carlistas en las listas de los liberales; por comentarios que oyeron algunos de sus coetáneos sabemos que en ellas se mostró valiente y decidido, características que poseerá a lo largo de su vida. Este carácter le motivó para ser redentorista cuando contaba poco menos de 25 años.

Vida como Misionero Redentorista

Entró como postulante en El Espino (Burgos) y se le da el oficio de carpintero. En febrero de 1883, a los pocos meses, es destinado a Astorga (León) y en 1884 a Nava del Rey (Valladolid) para trabajar en las obras de la Casa-Noviciado. El 13 de julio de 1885 sale para El Espino (Burgos) para hacer su Primer Noviciado bajo la dirección del R.P. Otmaro Allet. El 2 de agosto de este año viste el hábito redentorista. El 1 de febrero de 1886 termina el Noviciado, aunque continuará en El Espino hasta octubre de 1887, fecha en la que va aún como novicio a Nava del Rey en calidad de carpintero. Allí estará hasta febrero de 1889 en que de nuevo es destinado a El Espino. En octubre de 1890 inicia su Segundo Noviciado bajo la tutela del R.P. J.M. Blanpied; culmina el Noviciado con su profesión el 30 de marzo de 1891.

Emitida su profesión y vistas sus cualidades e inteligencia, en octubre de 1891 marcha a Contamine (Francia) para aprender horticultura y apicultura y así desempeñar más tarde el oficio de hortelano, trabajo en el que será una autoridad indiscutible entre los redentoristas. De regreso de Francia en septiembre de 1893, vuelve de nuevo a El Espino donde pone en producción las huertas del Monasterio.

A mediados de 1901 el Provincial le pide cambie de oficio, y al lado del H. Luís Andre aprende el arte de la Maestría de obras. Da comienzo en su vida un incesante ir y venir de casa en casa solicitado por las necesidades de éstas, ya en las obras, ya en las obras de carpintería, ya de la huerta: Madrid - Perpetuo Socorro (1901), El Espino (1902), Perpetuo Socorro de Madrid (1903), Astorga (León) (1905); Perpetuo Socorro de Madrid (1906), desde donde dirige las obras del Monasterio de MM. Redentoristas de Carabanchel (Madrid); Pamplona (Navarra) (1908), El Espino (1909-1910), Astorga (19011), Granada (1912-1914), Madrid-Perpetuo Socorro (1915-1919), con la excepción de unos meses de 1915 que los pasa en Cuenca habilitando el convento de San Pablo para Jovenado redentorista y desde donde dirige las obras de la casa de Valencia; Astorga (1919), para hacer las obras de ampliación del Estudiantado; En 1921 estará en Cuenca, Madrid y Nava del Rey; Santander (1922-1926). A partir de 1927, contando con 68 años, cambia de nuevo de oficio al antiguo de hortelano en las casas de Astorga (1927), Santander (1928-1934) y Perpetuo Socorro de Madrid (1934-julio de 1936), ya anciano con 77 años y medio ciego, le sorprendió la persecución religiosa y ratificó con la propia sangre su consagración religiosa.

Mantuvo su fuerte temperamento hasta el momento de la ejecución, y así contaron que uno de los guardias testigo de la ejecución regresó exclamando: “¡Qué energía tiene ese viejo!”. Muy trabajador e inteligente; vivió toda su vida misionera desde la entrega al trabajo y la oración, siendo ejemplo para los operarios con los que compartía el trabajo y sin despreocupado de la situación política de su alrededor.

Un anciano en medio de la persecución religiosa

Cuando estalló la persecución Nicesio era un anciano venerable que se acercaba a los 80, aunque conservaba la energía indómita de su temperamento. Salió del Santuario del Perpetuo Socorro acompañado del H. Gregorio Zugasti y se refugiaron en casa del sacerdote D. Lino Bea Murguía-Bru en la calle Francisco de Rojas nº 9, 1º donde vivía con su madre Trinidad Bru, viuda de Murguía; allí también se refugió el anciano redentorista P. Manuel Santamaría. Vivieron tranquilos y sin sobresaltos hasta el día 27 de julio, en que se presentó el portero del inmueble exigiendo que se echara de allí a los dos religiosos. D. Lino, ante las protestas del portero y las groserías de un chofer que venía con él, salió a la puerta y les dijo que los Hermanos no saldrían de allí sino por encima de su cadáver; pero los redentoristas comprendieron que lo mejor era irse por respeto a la familia y miedo al portero.

Se refugiaron en una pensión en la calle Pelayo nº 38, 1º izq. La dueña de la pensión pidió al H. Gregorio que firmara en el libro de huéspedes, pero éste no se atrevió a hacerlo con firma fingida y declaró su condición de religioso. La dueña se asustó y no se atrevió a ocultar a los religiosos y estos tuvieron que salir a la calle.

Una señorita habló de ellos al Comisario del Distrito de Chamberí y allí se presentaron. El Comisario no se atrevió a responder de ellos, les aconsejó que se quedaran allí y, cuando en las inmediaciones no hubiera gente, salieran. Así lo hicieron refugiándose en la calle del General Arrando, en un sótano que la Editorial del Perpetuo Socorro utilizaba como depósito de mercancías. Allí estuvieron tranquilos varios días hasta que se les agotaron los víveres. Un grupo de mujeres se compadeció de ellos y buscaron el medio para ayudarles: Pepita Moreno, que vivía en el nº 4 de la calle Españoleto los encontró en pésimas condiciones; ayudada de la doncella de la Baronesa de Rada, María Ruiz, acudieron en su auxilio y les buscaron alojamiento en la casa de Filomena Múgica en la calle Cobarrubias nº 17, 2º donde vivía con sus hijas Concepción y Francisca Quintanilla. Según esta última los “dos religiosos legos se hallaban escondidos en un sótano careciendo de lo más imprescindible para la vida, por lo que los recogió en su casa, donde atendió a todas sus necesidades; hasta que en virtud de las circunstancias comunicó al portero de la casa el hecho que estaba practicando; que el portero en cuestión, prometió no dificultar su labor, garantizando la seguridad de los dos religiosos; viéndose poco después sorprendidos con la presencia en su domicilio de unas milicias que procedieron a la detención de los legos" (Juicio Sumarísimo 12665 contra Félix Ramírez – Archivo General Militar de Madrid, Leg. 2709-Sig. 7105, fol. 1). Esto ocurría el día 14 de agosto. Interrogado el portero (Declaración de Félix Ramírez: Juicio Sumarísimo 12665 contra Félix Ramírez – Archivo General Militar de Madrid, Leg. 2709-Sig. 7105, fols. 1 y 15) “que Francisca Quintanilla le llamó para decirle que tenía dos señores en su casa sin documentación, para ver si él la podía proporcionar y con ese motivo fue a ver a un conocido suyo llamado Domínguez, que estaba en el Comité de la Piel instalado en el hotel del Marqués de Valdeiglesias de la calle Nicasio Gallego esquina a Covarrubias; no encontrando al Domínguez, pero otro individuo que allí había le preguntó reiteradamente qué quería y estrechándole a preguntas consiguió que el declarante dijera que deseaba un salvoconducto para dos señores que vivían en su casa a quienes no conocía. Que este individuo prometió hacerle los salvoconductos enterándose después que fueron a detenerlos…” Según la declaración de Filomena Múgica (Juicio Sumarísimo 12665 contra Félix Ramírez – Archivo General Militar de Madrid, Leg. 2709-Sig. 7105, fol. 7 vto.) “ni el portero ni los milicianos les pidieron documentación a los religiosos, limitándose tan solo a registrarles y llevárselos”. El H. Nicesio estaba enfermo en la cama y tuvo que levantarse y, sin comer, seguir a los milicianos al próximo palacio del Marqués de Valdeiglesias convertido en checa. Se ignora el tiempo que allí los tuvieron.

La víspera de la Asunción, día de su detención, en la cena les presentaron carne. Como era vigilia se negaron a tomarla. Cuando rehusaron la cena, los milicianos dijeron: “Si creerán que los vamos a envenenar”. – “Qué más da, contestó uno de los Hermanos, que nos maten con veneno o a tiros?”. Un testigo presencial dijo que el H. Nicesio que dejó admirados a los del tribunal por su energía y entereza, que nadie esperaba de un anciano de casi ochenta años. Uno de los componentes del grupo de milicianos declaró posteriormente: “Hallándose una noche trabajando en el sindicato fue invitado por José Ferigal, chófer, Manuel González Perlado y un tal Casas, directivo de la Sociedad de Curtidores, para que les acompañara al traslado de unos detenidos al pueblo de Vallecas; que el procesado subió al coche, donde se hallaban, además de los citados, dos hombres más; que faltando dos o tres kilómetros para llegar a Vallecas, pretestó el chófer Ferigal una avería; que hicieron bajar a los dos detenidos, que resultaron ser sacerdotes; y que cuando se hallaban en tierra dispararon sobre ellos, matándolos; que dispararon: José Ferigal, Manuel González Perlado y el Casas, sin que el procesado, horrorizado en aquel momento, disparara. … uno de los que habían intervenido, y que de la impresión había estado tres días enfermo” (Juicio sumarísimo nº 5473 instruido en Madrid contra Manuel Martín Carriles, Tomás Cuenca Caballero, Aureliano Jiménez Santos y Luis Vicente Domer: Archivo General del Ejército, Legajo 4162, Signatura 4790, fols. 7 y 24). La razón de la impresión de no aparece, pero según los rumores que se pudieron oír parece que el H. Nicesio, al ser fusilado, abrazó al jefe del pelotón y dulcemente le reconvino: “¿No te da pena matar a un viejo que puede ser tu padre y aún tu abuelo?” y antes de morir les pidió que le dejaran rezar una oración y que después le podían disparar; y así lo hicieron.

Entre los cadáveres sin identificar inhumados en Vallecas aparecieron 2 recogidos el 16 de agosto de 1936 en el km. 7 de la Carretera de Castellón; el numerado como cadáver nº 61 pertenecía a una persona de unos 65 años de edad, con las marcas en la ropa interior “S+R”, y poseía una carta dirigida a Gregorio Zugasti con la dirección de Manuel Silvela 14 de Madrid; el numerado como 62 pertenecía a un hombre de unos 80 años y con las iniciales en la ropa interior “N.T.” Ambos fueron identificados como los de los dos Siervos de Dios. Según el Acta de defunción, su martirio tuvo lugar en torno a las 5 hrs. de la madrugada del 16 de agosto a causa de la fractura de la base del cráneo (Acta de defunción de Nicesio Pérez del Palomar: Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 57-31, fol. 264).

El cadáver fue inhumado en el Cementerio de Vallecas (Madrid), en fosa común, en la zanja nº 2, cuerpos 3 y 4. El 4 de julio de 1940 se procedió a la exhumación, a su identificación y trasladado al Panteón de los Redentoristas en el Cementerio de la Almudena de Madrid, donde reposa actualmente.

ORACIÓN
(PARA USO PRIVADO)
Por mediación del S. de Dios Nicesio Fernández del Palomar

Te pedimos Padre que nos concedas la fortaleza de ánimo de tu Siervo Nicesio para que mantengamos la fe, la caridad  y la calma en todas las circunstancias de la vida. Por Jusucristo nuestro Señor.

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Incidente en la Biblioteca Nacional

domingo, 23 de octubre de 2011

BEATO GABRIEL (Bernardo) SAIZ GUTIÉRREZ

"A día 23 de julio de 1896, Yo, D. Simón Porras Izquierdo, Cura Párroco de la Parroquia de Santa Eulalia de Melgosa de Burgos bauticé a un niño que puse por nombre Bernardo, hijo de D. Martín Saiz González, y Dª. Casilda Gutiérrez Olmo, naturales de Melgosa de Burgos; que dicho niño había nacido en la casa habitación de sus padres ese mismo día veintitrés a las dos de la mañana". (Cf. Libro de Bautismos de la Parroquia de Santa Eulalia de Melgosa  de Burgos, nº 1, fol. 86 vto., y Registro Civil del Valle de las Navas en Rioseras (Burgos), Sección 1ª, Tomo 5, Folio 29)

Cuando Bernardo tenía poco más de un año Bernardo recibió el don del Espíritu a través del Sacramento de la Confirmación que le administró el Arzobispo de Burgos Fr. Gregorio María Aguirre el 21 de octubre de mil ochocientos noventa y en su mismo pueblo.
Iniciado y la piedad y aprendiendo a leer, escribir y las cuatro reglas aritméticas, como El resto de niños de su pueblo, comenzó a ayudar en su casa con las tareas agrícolas. Pero algo había en Bernardo que lo hacía distinto a los demás; algo que le había pasado: desde que hizo la 1ª comunión sintió como una llamada, una inclinación al estado religioso.

Cuando tenía doce años, hacia 1908, predicó la Misión en su pueblo el Redentorista P. Vicente Palacios. Alentado por el misionero, Bernardo quiso acompañarlo al espino donde los Redentoristas tenían el Jovenado, pero chocó con la resistencia de sus padres, que preferían tenerlo cerca contribuyendo al sostenimiento familiar. Tras la decepción, continuó en el pueblo trabajando la tierra de sus padres, puso un mayor interés el cultivo de su vida interior y de piedad y continuó creciendo en su corazón los deseos de abrazar la vida religiosa. Así nos lo relata él:
“a la edad de doce años que estuvo el R.P. Palacios ya me gustaba mucho el oír todas aquellas tan admirables palabras y buenos ejemplos, pero como que en aquella edad no se conocen las cosas ni se reconoce uno de ello, así iba uno pasando una temporada hasta que vino un día que yo se lo dije a los padres, pues yo esta idea tengo, a lo que ellos me contestaron eso no puede ser así, tu hermana se ha marchado y tu también, eso sí que no lo verás por ahora, más adelante ya veremos; tienes que aguardar unos años más. Se pasaban los años y volvía yo a repetírselo y entonces como las madres ya se sabe lo que son que quieren perder la vida antes que dejar salir de casa a un hijo, así es que yo me quedaba en punto suspensivo, a lo que yo les decía pues no voy a estar aquí toda la vida con ustedes, pues día tiene que venir que les tengo que dejar” (Curriculum vitae, pp. 1-2).
Con el paso del tiempo no desapareció el deseo en él de consagrarse a Dios, sino todo lo contrario: se pasaba los domingos en casa leyendo o rezando. Cuando se juntaba con otros jóvenes, como no participaba en algunas de sus diversiones, comenzaron a llamarle “el fraile”. Comenzó a llevar una vida solitaria, casi eremítica. Pero su padre seguía manteniendo su oposición: “ hasta que tu hermano vuelva del servicio no hay que pensar en el convento”. Pero, la sentencia del padre escondía su trampa: cuando volviera su hermano, tendría que ir él al servicio. Comenzó entonces a pedir a la Virgen del Perpetuo Socorro que arreglara el asunto de su vocación.
“Ya que no podía sacar nada de ellos [mis padres] y me hicieron poner en una edad avanzada que ya no podía ser para estudiar, yo decidí entrar a la Congregación aunque sea para hermano; …  siempre con los mismos deseos yo pedía a la Virgen del Perpetuo Socorro que si me convenía que me diera fuerza y buena voluntad para conseguirlo” (Curriculum, pp. 3-4).
La situación tensa en la que estaba viviendo le hizo no sólo chocar con sus padres, sino con sus amigos; desde aquí se dijo ”si quiero amar a Dios tengo que dejar el mundo [entrar en la vida religiosa] cuanto antes porque es imposible el amor a las dos cosas; además varias veces me ponía delante de la imagen del Perpetuo Socorro y le decía que me sacara del mundo porque aquello era imposible para mi porque me gustaba más el estar recogido en casa rezando o leyendo algún libro espiritual que todo aquello que era de paso” (Curriculum, p. 4). Perdió el interés por las propiedades y el patrimonio familiar, centrando su corazón en el único objetivo que le motivaba: entrar en la vida religiosa. La cosa se complicó con la muerte de su madre, la única que le apoyaba en su determinación. Su padre comenzó a chantajearlo afectivamente: “pero hijo vas a dejar así a tu Padre de esta manera, pues ya puedes aguardar tres años más hasta que tu hermano venga, pues yendo para hermano a la Congregación igual te da” (Curriculum, p. 8).

Continuó rezando a la Virgen, pidiéndole “que si me convenía ir  a la Congregación que no me tocara; y si no me toca yo hago voto en este momento de ir al Convento tan pronto como mi hermano concluya del servicio”. Llegó el día del sorteo y Bernardo quedó excedente de cupo. Fue entonces cuando una hermana de Bernardo que vivía en Vitoria se acercó al Espino, donde se entrevistó con el R.P. Bernardo Fernández, director de El Espino, para desbrozar el camino.  En mayo de 1919 entra en El Espino (Burgos) como postulante.

Vida en la Congregación del Santísimo Redentor
Después de seis meses, el 24 de septiembre del mismo año el tren le llevará a la Casa de Nava del Rey (Valladolid). Allí, comenzó el Noviciado vistiendo el hábito redentorista el 12 de noviembre de 1919;  fue su Maestro el P. Rafael Cavero.  El 13 de noviembre de 1920 pudo hacer su profesión religiosa, adoptando el nombre de H. Gabriel. Éste es el juicio que mereció su conducta en el noviciado: “Muy humilde, apocado y pusilánime, respetuoso, abnegado, de mucha conciencia y de confianza, piadoso, mortificado, serio, amante de la perfección, obediente y servicial". Sirvió al Evangelio desde el silencio de la cocina de cada comunidad donde estuvo. Después de profesar quedó adscrito a la comunidad de Nava del Rey. En 1922 lo encontramos en la de Pamplona (Navarra). En 1923 regresa a Nava del Rey donde realiza el Segundo Noviciado que termina con su Profesión Perpetua el 25 de marzo de 1924. Desde abril de ese año es adscrito a la comunidad de San Miguel de Madrid. Allí permanece hasta 1936, el que el Señor le llamará a su lado en la tarde del 20 de julio. Durante una temporada estuvo perfeccionando sus artes culinarias en el palacio de la Nunciatura con las religiosas del Santísimo Oblatas Redentor, encargadas entonces de los servicios de la Nunciatura.
Cuantos le conocieron comienzan y no acaban el elogio de sus virtudes: “Era piadoso y trabajador; no recuerdo que se negara nunca a prestar ayuda a los demás; se le veía con frecuencia hacer visitas al Santísimo. Era hombre de corazón sensible, lo cual le hacía sufrir no poco cuando tenía algún roce con alguno y no descansaba hasta que no lograba hacer desaparecer el disgusto y más de una vez pidió perdón de rodillas por si en algo había faltado.”
Estaba preparado para el martirio y la posibilidad de serlo no era ajena a sus cálculos. Horas antes de su muerte salió, ya de paisano, para llevar ciertas cosillas de uso doméstico a casa de Dª Petra Muñoz, la cual recuerda que estaba el buen religioso tan cercano, tranquilo y desprendido de todo, que le dijo al despedirse: “estoy tan preparado que no me perturbará si me cogiesen ahora mismo y me pegasen cuatro tiros, y hasta me alegraría”

Cuando estalló la Revolución no salió del convento hasta el 20 de julio. El mismo día de su salida fue sorprendido por un grupo de milicianos en la calle, delante de la Basílica de San Miguel, junto con los Padres Crescencio Ortiz y Ángel Martínez Miquélez, corriendo los tres la misma suerte (Cf. Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 171-9, folio 278 vto., nº 798). Llevado al Círculo Socialista de La Latina, en el nº 2, 2ºD de la cercana calle del Rollo, después fue visto detenido en el interior de un coche que bajaba la calle Segovia en dirección de la Casa de Campo. En esta finca de recreo hubo esa tarde fusilamientos, entre los cuales creemos que figuraba el H. Gabriel y sus compañeros. Estos fueron llevados e inhumados en el Cementerio General, donde se le tomó una fotografía al cadáver y fue inhumado como persona desconocida. Tenía cuarenta años cuando Dios le coronó con el martirio.

ORACIÓN
PARA USO PRIBADO

Señor, que concediste a tu Siervo Gabriel además de la palma del martirio la gracia de la humildad y la sencillez, te pedimos por su intercesión crecer en humildad para encontrar en ti nuestra mayor gloria. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

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