Comunicad trapense de Argelia |
Hace algo más de un mes acudía al cine a ver la película De dioses y hombres sobre el martirio de los trapenses de Argelia. Me impresionó de tal manera la forma de presentar el martirio como el culmen de una opción de vida monástica realizada por unos hombres para vivir el Evangelio en medio de unas circunstancias de persecución y violencia. El voto de estabilidad monástica lo vivieron como un permanecer en ese lugar, no sin la necesidad de vencer las resistencias por medio de la oración y el discernimiento. Me vinieron al recuerdo los compañeros mártires con los cuales he compartido horas de estudio en estos últimos años; especial similitud me pareció encontrar en la Comunidad redentorista de Cuenca: por el número (seis), por el proceso de afrontar las resistencias personales a la hora de afrontar el destino trágico que se vislumbraba, el haber quedado con vida algunos testigos que narraran lo sucedido … incluso por una fotografía. Me acerqué a la obra publicada por el entonces Abad General del Cister, P. Bernardo Olivera (Martirio y consagración. Los mártires de Argelia, Publicaciones claretianas, Madrid 2011). En la introducción el entonces Abad General de la Orden escribe:
Las muertes de los redentoristas se supieron en Cuenca de inmediato. Los padres Goñi y Olarte fueron conducidos al martirio a plena luz del día; fueron los primeros de una larga lista de mártires, en la pequeña ciudad castellano-manchega. Apenas les dio tiempo a preparar el momento final, el momento cumbre de su vida, la plenitud de su consagración como misioneros redentoristas. Pero su muerte abrió en el resto de miembros de la comunidad un horizonte que creían lejano; frente a este horizonte, buscaron los medios para salvar su vida, como fue el refugiarse en el seminario. Pero aquella que creían como su tabla de salvación la descubrieron tras el martirio del Sr. Obispo, como una trampa, un callejón sin salida. Es en ese contexto en el que miran cara a cara al destino trágico que proyecta sus sombras sobre la comunidad martirial formada en el seminario Diocesano de Cuenca. Allí, en un ambiente de solidaridad humana, oración, consuelo, aliento, apoyo, van dando sentido desde la fe a sus vidas, vocaciones y muerte; han de vencer las resistencias que fruto del egoísmo personal van surgiendo. Y en esa situación psicológica y espiritual esperar las horas de la madrugada en que los milicianos acudían y sacaban a dos, tres, cuatro… de los acogidos bajo aquel techo.
Comunidad redentorista de Cuenca |
“La muerte de un puñado de hombres no significa gran cosa en el bélico mundo de hoy. Pero no toda muerte es una mera desaparición. Por el contrario, hay quienes muriendo comienzan a vivir. Tal es el caso de los siete monjes trapenses asesinados en Argelia en mayo de 1996. Pero ellos no están solos, representan a muchísimos otros que, por su forma de confrontar lo último, nacieron muriendo. … Estas cartas y conferencias se refieren a los siete monjes y, por lo mismo, tantas otras personas consagradas en la vida religiosa. Mediante el bautismo, la profesión religiosa y el martirio el Señor Dios consagra a los suyos. …. Se trata de tocar la vida en su crudeza y gloria para encontrar huellas del paso de Dios en nuestra historia. … Un día viernes, más infame que santo, moría en la cruz, como uno más, desfigurado y ultrajado, Jesús de Nazaret. Ante esa ignominia, alguien, un centurión pagano, pudo describir la dignidad de ese hombre y exclamó: ¡Verdaderamente era Hijo de Dios! Estas páginas han sido escritas con este fin. Mostrar que la dignidad y trascendencia humana es capaz de vencer a la muerte y de revelar el tierno amor de Aquel que nos creó. Si la vida consagrada mediante los consejos evangélicos no revela esta realidad habrá que decir que vela la luz y vida de Aquel a quien profesamos seguir”.También estos seis redentoristas coronaron su cuarto voto de perseverancia poniend su confianza en la fidelidad de Dios, que los llamó, y quisieron vivir en esta fidelidad hasta el momento final de sus vidas, por encima de las circunstancias que les tocaron vivir. Su vida se convirtió en testimonio y palabra de la Redención de Cristo. No reservándose nada para sí, ni siquiera lo que en herencia les era legítimo, con su entrega fueron más misioneros. Y esta entrega impresionó a aquellos que la vivieron de cerca.
Las muertes de los redentoristas se supieron en Cuenca de inmediato. Los padres Goñi y Olarte fueron conducidos al martirio a plena luz del día; fueron los primeros de una larga lista de mártires, en la pequeña ciudad castellano-manchega. Apenas les dio tiempo a preparar el momento final, el momento cumbre de su vida, la plenitud de su consagración como misioneros redentoristas. Pero su muerte abrió en el resto de miembros de la comunidad un horizonte que creían lejano; frente a este horizonte, buscaron los medios para salvar su vida, como fue el refugiarse en el seminario. Pero aquella que creían como su tabla de salvación la descubrieron tras el martirio del Sr. Obispo, como una trampa, un callejón sin salida. Es en ese contexto en el que miran cara a cara al destino trágico que proyecta sus sombras sobre la comunidad martirial formada en el seminario Diocesano de Cuenca. Allí, en un ambiente de solidaridad humana, oración, consuelo, aliento, apoyo, van dando sentido desde la fe a sus vidas, vocaciones y muerte; han de vencer las resistencias que fruto del egoísmo personal van surgiendo. Y en esa situación psicológica y espiritual esperar las horas de la madrugada en que los milicianos acudían y sacaban a dos, tres, cuatro… de los acogidos bajo aquel techo.
La muerte de los 5 redentoristas que entre el 31 de julio y el 10 de agosto de 1936 formando ante la ciudad la imagen de una comunidad martirial, impresionó a cuantos se enteraron. Sin embargo, fuera de Cuenca las noticias sobre del martirio fueron confusas, escasas y lentas. Las primeras noticias en el exterior las encontramos en una carta del Provincial de España a Roma fechada el 6 de marzo de 1937 en la que escribía: “[la] Comunidad del P. Pedrosa [Superior de Cuenca]: llegan noticias del fusilamiento de algunos, otros parece que se han salvado, entre ellos el superior” (AHGR 30150001, 1918). Será en diciembre de 1937 cuando se tengan noticias claras de la muerte de los 5 redentoristas: el P. Pedrosa comunicó al P. Ibarrola y éste a Tellería, que la copia textualmente en una carta enviada al Superior General con fecha de 5 de diciembre de 1937 (A.H.G.R. 30150009, 0601/5. Bruselas, 5-12-1937); se trata del primer testimonio martirial conocido sobre los redentoristas “Me pude comunicar por escrito con el P. Pedrosa, el cual me anuncia que tres padres de su familia (Goreste, Ciriaco y Pozo) y el hermano (Victoriano) han perecido; por eso se consume de pena y tristeza. Los demás están bien”. Ya está claro que el Padre Ibarrola, no los padres y el hermano, me indica de otro modo que han sido matados. Por consiguiente, según esta relacción, las victimas son: R.P. Javier Gorosterratzu, ministro de la casa (pasado inadvertido), R.P. Ciriaco Olarte, misionero, R.P. Julian Pozo, enfermo, C.H. Victor (Victoriano) Calvo.... han derramado su sangre por el Divino Redentor....” El 10 de diciembre el P. Patricio Murray, Superior General, se hacía eco de las víctimas de Cuenca, entre otros muchos de las distintas comunidades: Padres Gorosta, Olarte y Pozo con el H. Víctor. Falta el P. Goñi. El P. Provincial se hace eco y escribe el 12 de diciembre de 1937 una circular a todos los redentoristas españoles en la que después de dar la noticia de las muertes termina diciendo: “Sigamos pidiendo con fervor por nuestros mártires y procuremos hacernos dignos de esa sangre vertida por Dios y por la Patria” (Carlos Otero, Carta Circular a la Provincia Redentorista; El Espino, 12 de diciembre de 1937: A.L. Espino, Archivador 10 (Circulares), Carpeta 2, nº 6 (P. Otero), El Espino, 12.12.1937). El 10 de agosto de 1938 el provincial escribió a Roma la carta más pesimista sobre la situación española. Nadie podía imaginarse que la guerra durase tanto y fuese tan desoladora… En medio de tanto dolor y abatimiento, dice: “... Que nuestros queridos mártires intercedan por nosotros y nos alcancen la generosidad que el Smo. Redentor pide de la Provincia en estas horas tan trágicas...” (Porto, 10. 8. 1938. AHGR 30150001, 1956). A los 5 mártires asesinados al inicio de la persecución religiosa se sumará el P. Pedro Romero, que aunque no fue asesinado, desde el inicio es tenido por mártir por aquellos que le vieron mendigar, rezar, ser presencia de iglesia por las calles de Cuenca.
Podemos ver cómo una vez conocida la noticia son tenidos por verdaderos mártires. Esto va a propiciar que terminada la guerra nos dice el cronista que “hechas las diligencias de rigor para alcanzar el permiso de traslado de la fosa común de los restos de nuestros mártires y difuntos durante el periodo rojo, el día 10 a las 9 ½ de la mañana, nos personamos toda la comunidad en el Cementerio municipal de la ciudad y fueron exhumando los cadáveres ... Fueron depositados el día 10 en nuestro panteón. Descansen en paz hasta la resurrección final y pidamos por ellos para que intercedan por nosotros” (Crónica de la Comunidad Redentorista de Cuenca, Abril de 1940, pp. 312-313: APRM).
Columbarios de los mártires en la cripta de la Iglesia del Smo. Redentor de Madrid. Allí fueron trasladados desde Cuenca en 1977. |
Santuario del P. Socorro de Madrid - Capilla de la Coronación 4 de diciembre de 2008. Inhumación de los mártires |
Colocación de la´lápida que cubre las urnas de restos. Santuario del P. Socorro de Madrid. 4-12-2008 |
Nada más finalizar la guerra la provincia española publica una estampa con los nombres de los 21 mártires españoles; publica una breve reseña martirial de cada uno de ellos en la Revista del Perpetuo Socorro, y comienza a recoger datos. En 1952 se publica una cartulina con los nombres y fotografías de los 21 mártires. Se solicitará la apertura del proceso y se celebra la Sesión de inicio el 11 de abril de 1962 en la Catedral de Cuenca; se clausura la fase diocesana el 28 de mayo de 1965 con la presencia del Superior General. Después de un parón se obtuvo el decreto de validez jurídica el 27 de mayo de 2000, presentándose la Positio el 26 de abril de 2001. En la actualidad se está a la espera del estudio de la positio por el congreso de Teólogos, que se espera tenga lugar a mediados de este 2011.
Paralelamente al iter canónico, en mayo de 1977 los restos de los mártires fueron exhumados por el Tribunal eclesiástico de Cuenca y trasladados a Madrid, donde fueron depositados en la cripta de la Parroquia del Santísimo Redentor. El diciembre de 2008, después de la recognición, estudio y tratamiento de los restos óseos, fueron depositados en la Capilla de la Coronación del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid.
Tenía ya ganas de leer algo de lo que prometías sobre "De dioses y hombres"... y que lo hayas relacionado con lo que tanto has estudiado me ha parecido muy bueno...
ResponderEliminarLa película (y la historia real que hay detrás) me impresionó... al igual que leer tus entradas en este blog... otra vez,¡enhorabuena!