lunes, 11 de julio de 2011

SE JUGÓ LA VIDA POR LOS REDENTORISTAS

De buenos nacidos es ser agradecidos. Que menos que traer a nuestro recuerdo a una persona que se jugó la vida por acoger en su casa a varios redentoristas de Cuenca. No sólo compartió con ellos su casa, sino que compartió también su muerte martirial. Se trata de D. Enrique Gómez. Su causa de martirio está también en Roma instruida por la Diócesis de Almería, a cuyo presbiterio pertenecía.

ENRIQUE MARÍA GÓMEZ JIMÉNEZ, PRBTO.

Calle Pilares, junto a la Plaza de la Catedral de Cuenca
D. Enrique, que es como era conocido entre los redentoristas, nació en Cuenca el 15 de junio de 1865 y fue bautizado al día 17 siguiente en la Parroquia de Santo Domingo de Silos. Ingresó en el Seminario de Cuenca, donde realizó los estudios sacerdotales –conocidos como carrera breve- entre los años 1883 y 1888; se ordenó de presbítero el 26 de mayo de 1888. Desde ese momento su vida transcurrió como coadjutor de Villaescusa de Palositos (Cuenca), Cura regente de Valdeganga (Cuenca); en 1890 va de capellán al Monasterio de Trinitarias en San Clemente (Cuenca) y después como Cura ecónomo de Villar de Cantos, Beneficiado de la Colegiata de Belmonte, en 1900 encargado de Collega (Cuenca) y en 1901 como Beneficiado de la Catedral de Cuenca. En 1903 va como Beneficiado de la catedral de Almería donde está como Sochantre hasta noviembre de 1910 en que renuncia a sus cargos eclesiásticos para marchar como misionero a Argentina, donde trabaja en la Diócesis de La Plata y en Chivilcoy. Regresa momentáneamente a Almería en 1917 regresando en 1918 de nuevo a Argentina, de donde regresa en 1923 definitivamente. Adscrito a la Parroquia de San Pedro, oposita de nuevo a Sochantre en 1924, siendo además confesor del Seminario. Imposibilitado para seguir desempeñando el cargo en la Catedral de Cuenca, volvió a su ciudad natal, donde vivía en la Calle de los Pilares, junto a la plaza de la Catedral. Allí le sorprendió la persecución religiosa.

El día 25 de julio generosamente acogió en su casa a dos redentoristas: los PP. Ciriaco Olarte y Miguel Goñi. Todos los días salían a la Catedral a celebrar la Eucaristía, hasta que el día 27, ante el peligro que esto suponía, decidieron hacer de la casa de D. Enrique un monasterio. Recabaron cuantas cosas necesitaban y allí comenzaron los 3 sacerdotes a prepararse para el martirio, vivían un ambiente de continuo retiro de oración, preparándose los tres para un futuro incierto, pues veían como las cosas cada día estaban peor.

Calle Pilares. Postal de época. Ua de esas casas es la de D. Enrique
El día 31 de julio, después de celebrar los tres sacerdotes la Santa Misa se presentaron unos milicianos en la casa para hacer un registro; ante la presencia de los redentoristas, D. Enrique les aclaró que eran amigos suyos, y estos se fueron. Volvieron al poco rato y les dijeron a los PP. Goñi y Olarte: “¡Quedan detenidos! Quítense los guardapolvos [refiriéndose a las sotanas] y sígannos”. D. Enrique y su asistenta intentaron impedir que se los llevaran, pero un miliciano les dio un empujón y les fritó: “Quítense o los aso”. Los dos redentoristas supieron su destino y se despidieron de D. Enrique diciéndole “Hasta el cielo”.

Las osadías de D. Enrique (ser sacerdote y acoger generosamente a 2 religiosos de San Felipe) le van a costar la vida. Según las notas que se pudieron recoger después, el día 12 de agosto de 1936, a eso de las 10 de la mañana se presentaron cuatro milicianos en su casa de la Calle Pilares y le pidieron que les acompañara para aclarar algunas cosas ante la policía. Al salir quisieron llevarle al puente de San Pablo, para así hacer desaparecer el cadáver; él se resistió; lo montaron en la plaza de la Catedral en un coche en dirección a la puerta de San Juan. Su cadáver fue recogido al día siguiente con un tiro en la cabeza. Estos datos los tomamos de la Causa General que no dice que Enrique Gómez Jiménez, sacerdote fue asesinado el 13 de agosto en el Km. 15 de la carretera de Alcázar de herida en el cerebro.

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