martes, 7 de diciembre de 2010

CONSAGRACIÓN A LA INMACULADA AL SALIR DE LA CÁRCEL

Esta Consagración fue escrita por el P. Sagredo en Honkong, después de ser expulsado de China. Sería la última que hiciera en su vida, pues murió a los 8 meses. Está guardada en el archivo Provincial de los Redentoristas de España. Con ella queremos presentar todas las Misiones Redentoristas a María Inmaculada el día de la Patrona de la Congregación del Santísimo Redentor.

Oh dulce y querida Madre mía; Un año más ha pasado, año de penas y trabajos, persecución y angustias, que ha terminado con la expulsión de nuestro campo de apostolado. Si hubiera terminado con el martirio, la gracia hubiera sido mayor y los frutos para la Iglesia más copiosos; pero yo no fui digno… Sin embargo, cuántas gracias recibí de tu bendita mano durante mi prisión; cuantas luces y cuántas promesas de mi parte. Madre mía, necesito regerme a tus pies para resucitar a una vida nueva, e impedir que el torbellino de los negocios me arrastre. Yo sé que mi unión a Jesús depende de mi unión a ti. Y esta vida divina, raíz y fuente del verdadero apostolado yo te la he consagrado muchas veces.

Hoy, sin embargo, al verme fuera de mi prisión, en esta tu fiesta, con más fervor y más confianza vengo a tus pies para renovar esta Consagración. Y yo, también sé que tú, Madre buena, con más amor me recibes y bendices.Heme, pues, aquí. Madre mía, soy tu hijo y como hijo bueno, quiero vivir siempre a tu lado, y cuidar de tus intereses que son los de Jesús y los de la Iglesia. Por eso, al consagrarme a ti, e consagro también la Iglesia, la Congregación y las almas que Jesús me encomendó… Mamá querida, ¿recuerdas cuántas preocupaciones tenía por ellas el año pasado? Tú las has conservado fieles hasta ahora… pero, mira que los peluigros han aumentado, y el demonio quiere hacer presa. Oh, no lo permitas, Madre bendita. Que el enemigo no les haga ningún daño. Que la serpiente infernal no pueda inyectarles su veneno. Que tu pie bendito pise de nuevo su cabeza, y tu bondad no permita que sufran estos pequeños. Con amor te los consagro, fortalécelos, dales la perseverancia, la gracia del martirio o sácalas del peligro. Sostén igualmente la constancia de todos los que dan testimonio a tu divino Hijo, a su Iglesia, encerrados en las prisiones.
Oh, Madre, ten compasión también de mí. Asísteme de manera especial para ser fiel a la gracia de Jesús y su dócil instrumento. Mi consagración y confianza en ti es sin reserva. Tú lo sabes todo, tú lo puedes todo… en ti confío… Que venga pronto el Reino de Cristo, que se abrevien los días de tribulación para su Iglesia. Que nuestra Congregación, que de modo especial te pertenece, pueda establecerse en toda China y en todas partes de a conocer tu Perpetuo Socorro.

Manuel Gil de Sagredo - Hong Kong 8-12-1951

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