martes, 6 de diciembre de 2011

GREGORIO ZUGASTI, MISIONERO REDENTORISTA Y MÁRTIR DE LA COMPASIÓN Y CARIDAD

El H. Nicesio no hizo sólo su viacrucis personal. Desde que salió de la Comunidad estuvo acompañado del H. Gregorio Zugasti; dejándose llevar de su corazón compasivo, fue cuidador, apoyo y lazarillo del anciano Nicesio, compartiendo con el el viacrucis y el martirio. Por esa razón muchos lo califican de mártir de la compasión y la caridad.
Infancia, juventud y vocación
Un día 12 de marzo del año 1884, en Murillo de Yerri, un pueblo de Navarra, no lejos de Estella, nació un niño; sus padres fueron Patricio Zugasti y Petra Fernández de la casa de Esquide  (Registro civil de Arizala – Yerri, Sección 1ª, Libro 11, folio 62). Fue bautizado ese mismo día con el nombre de Gregorio (Parroquia de San Esteban de Murillo de Yerri (Navarra), Libro de Bautismos nº 1, folio 135, nº 1). El niño fue creciendo junto a sus seis hermanos, en una familia de agricultores y viticultores.

Fue iniciado en la fe, como era lo propio de una familia católica, recibió la confirmación el día 9 de junio de 1888 en la Parroquia de Nuestra Señora de Eguiarte (Navarra) (Parroquia de San Esteban de Murillo de Yerri (Navarra), Libro de Confirmados nº 1, folio 19 y 19 bis). Del ambiente religioso familiar dan pruebas la vocación de Gregorio, la de su hermano Julián (Redentorista), la de su hermana Micaela (Concepcionista de Los Arcos). Por el trabajo que después desarrolló siendo redentorista, sabemos que de niño, además de colaborar en las tareas familiares, asistió a la escuela donde fue iniciado en la lectura, escritura y reglas aritméticas; debió de ser un chico aplicado, pues después se convirtió en el maestro de sus hermanos: “Teníamos un maestro que no servía para nada, y él nos enseñaba todo lo de la escuela, nos daba premios los domingos por saber las lecciones, y tenía lotería y baraja para los días de fiesta” (Carta de Leandra Zugasti, hermana de Gregorio).
Vista de Murillo de Yerri (Navarra)
Conforme fue madurando, se despertó en Gregorio un profundo sentido religioso, cuidando su vida de piedad, comulgando con frecuencia y alimentando su piedad con la lectura. Su hermana Leandra nos lo cuenta en la carta anterior: “Se iba a Ugarte a comulgar un domingo, y al siguiente a Rocamador de Estella, y trajo de la tía de Esquide, de la plaza de San Juan, el Año Santo, o sea, doce libros, cada uno de su mes, y se pasaba mucho tiempo leyéndolos”.
Durante su juventud fue incrementando el deseo de agradar a Dios, rechazando aquello que veía como contrario a la voluntad de Dios; su hermana nos lo cuenta de nuevo: “… Él siempre estaba en casa, con mucho arte para todo, y cuando llegaba Carnaval nos compraba merienda para que no saliéramos a verlo, y sobre todo los ‘zamarreros’, que eso lo inventaron los malos y nosotros eso no queríamos verlo... El día de Jueves Santo desde que moría el Señor hasta que resucitaba estaba a pan y agua y los viernes decía que eran día de penitencia. Cuando se marchaba fraile decía que sus mayores glorias serían morir mártir”. Por el contrario, se fue manifestando en Gregorio la búsqueda de la soledad, la ascesis y la oración, que le fueron inclinando hacia la Vida Religiosa. Después del servicio militar ingresó en la Congregación del Santísimo Redentor.
HH. Felipe y Gregorio Zugasti
 Vida como Misionero Redentorista
En 1906 entra de postulante en Pamplona (Navarra) y a los pocos meses, el 28 de diciembre, viaja a Astorga (León), donde es acogido como postulante con el oficio de aprendiz de cocinero. En marzo de 1908 marcha a El Espino (Burgos) donde inicia su Primer Noviciado el 16 de octubre de 1908 con la vestición del hábito redentorista, teniendo de maestro al RP. José Chavatte.
El 18 de abril de 1909 termina el Noviciado y en mayo es destinado al Perpetuo Socorro de Madrid, aún como novicio, como auxiliar en la Administración de la Revista del Perpetuo Socorro. En esta comunidad y desplegará su vida como Misionero Redentorista, con la excepción de dos periodos de tiempo: desde enero a mayo de 1909 es cedido a la Comunidad de San Felipe de Cuenca para hacer de enfermero; desde junio de 1912 reside en El Espino para hacer su Segundo Noviciado, que termina con su Profesión Religiosa el 25 de diciembre de 1912 (Liber secundus Professionis Laicorum de la Provincia de Madrid C.Ss.R., folio 64 (1912), nº 64: APRM).
H. Gregorio (en el centro) en el Perpetuo Socorro en 1916
Físicamente era un hombre fuerte y corpulento; como rasgos de personalidad, era muy trabajador y ordenado, servicial, prudente, serio, respetuoso y obediente; como religioso se mostraba piadoso y sumamente caritativo. Desde su profesión en 1913 trabaja en la Administración de la Revista del Perpetuo Socorro como oficial y gerente. Será un Misionero de la caridad y la compasión en la vida ordinaria. De esta caridad y abnegación tenemos una buena prueba en su conducta con su compañero de martirio el anciano H. Nicesio, al que unió su destino por no dejarle solo en su ancianidad.

Por su trabajo conocía muy bien Madrid, y mantenía relación con muchas personas, lo que le hubiese permitido salvarse. Pero su corazón compasivo y caritativo, no le permitieron desentenderse del H. Nicesio, viejo y casi ciego, y que hacía poco que había llegado de Santander; y le unió a su suerte.
MARTIR DE LA COMPASIÓN Y LA CARIDAD

H. Gregorio (centro - fila trasera) en 1930 en el P.S. de Madrid
El 19 de julio, Gregorio se hizo cargo del H. Nicesio y se refugiaron en el nº 9, 1º la calle Francisco de Rojas donde vivía el sacerdote D. Lino Vea Murguía con su madre Trinidad Bru, viuda de Murguía. El día 27 de julio, ante las amenazas del portero, deciden irse para no comprometerlos, y van a una pensión en la calle Pelayo nº 38, 1º izq. La dueña de la pensión le pidió al H. Gregorio que firmara en el libro de huéspedes, pero éste no se atrevió a hacerlo con firma fingida y declaró su condición de religioso. La dueña se asustó y no se atrevió a ocultar a los religiosos y estos tuvieron que salir a la calle. Después se refugiaron en un sótano que poseía la editorial Perpetuo Socorro en la calle del General Arrando. Sorprendidos por un grupo de mujeres que se compadeció de ellos y les buscaron alojamiento en la casa de Filomena Múgica en la calle Cobarrubias nº 17, 2º; allí estuvieron hasta el día 14 de agosto en que fueron detenidos y llevados a una cheka instalada en el nº 19 de la calle de Nicasio Gallego. Debieron de estar 1 día en la cheka, pues parece que fueron asesinados en las inmediaciones de Vallecas en la madrugada del 16 de agosto de 1936.  Alguien comentó que el H. Gregorio dijo a los milicianos: “Nos lleváis como los judíos a Cristo” y que fue el primero en caer.
Entre los cadáveres sin identificar inhumados en Vallecas aparecieron 2 recogidos el 16 de agosto de 1936 en el km. 7 de la Carretera de Castellón; el numerado como cadáver nº 61 pertenecía a una persona de unos 65 años de edad, con las marcas en la ropa interior “S+R”, y poseía una carta dirigida a Gregorio Zugasti con la dirección de Manuel Silvela 14 de Madrid. Según el Acta de defunción, se trataba de “un hombre sin identificar de unos sesenta y cinco años, estatura 1,800, complexión fuerte, pelo blanco algo calvo, vistiendo traje negro a rayas, camisa blanca a rayas, tirantes azules, cinturón de cuero, calzoncillo blanco y largo, medias negras con la marca S. una cruz y R zapatillas negras y gorra marrón falleció en el kilómetro siete el día de ayer a las cinco horas próximamente a consecuencia de fractura de la base del cráneo” (Acta de defunción de Gregorio Zugasti: Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 57-31, fol. 263).
El cadáver fue inhumado en el Cementerio de Vallecas (Madrid), en fosa común, en la zanja nº 2, cuerpos 3 y 4. El 4 de julio de 1940 se procedió a la exhumación, a su identificación y trasladado al Panteón de los Redentoristas en el Cementerio de la Almudena de Madrid, donde reposa actualmente.
ORACIÓN
(PARA USO PRIVADO)
Por mediación del S. de Dios Gregorio Zugasti Fernández de Esquide
Padre, que concediste a tu Siervo Gregorio un corazón compasivo para con el prójimo más débil y aumentaste su caridad para jugarse la vida en solidaridad con el hermano; te pido me concedas un corazón compasivo y solidario para ser buen samaritano de mi prójimo. Por Jesucristo nuestro Señor.

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