lunes, 15 de noviembre de 2010

DE NUEVO MALAS NOTICIAS

(Cf. José Machiñena Aríztegui, Memorias de la Persecución religiosa en Madrid en 1936-1937. “Nueve Meses en poder de los rojos”. Abril-mayo de 1937: APRM., XIX, 1b. p. 11; Declaración de Rosario Redondo en R. Colmenares, Residencia del Perpetuo Socorro en Madrid. Relación de los acontecimientos acaecidos al Hermano Máximo (Rafael Perea). Madrid 26 de junio de 1952: APRM., sig. 1100210/07. p. 4; Federico García de Blas, Carta dirigida al R.P. Ricardo Colmenares. Castrogalbón. 23 de enero de 1953: APRM., Sig. 1107203.)

En el patio de la Modelo, en un rincón, dos personas charlan mientras toman el sol del veranillo de San Martín que aún se dejaba sentir aunque era ya 15 de noviembre. Los que hablan son 3 redentoristas, José Machiñena, Raimundo Tellería y José María Ibarrola. Este último, dirigiendose a Machiñena, toma la palabra y le dice:

- Padre, esta mañana ha estado hablando conmigo la
señorita Rosario Redondo, hija de D. Juan Redondo, dueño de la lechería que sirve la leche en el Perpetuo Socorro. ¿La Recuerda?

- Sí, claro. En el domicilio familiar situado en la calle D. Juan de Austria nº 16 se refugió en casa el R.P. Cámara. ¿Nó es así?
- Sí. Pues después también se refugió el Hermano Máximo, ya que conocía mucho a la familia pues él les recogía la leche en la portería del Perpetuo Socorro y les efectuaba los pagos.
- Y ¿Cómo llegó hasta esa casa?
- El C.H. Máximo, cuando salió de la Residencia del Perpetuo Socorro de Madrid el 20 de julio de 1936, fue a hospedarse junto el P. José Mª Urruchi, en casa de D. Roberto González Nandín, número 3 de la calle de Manuel Silvela. A los pocos días, debido al peligro que corría el H. Pascual en la casa de Dª Emilia Alcázar se intercambió con él, y se acogió a la hospitalidad de Dña. Emilia Alcázar. Según su protectora, le vio muy entero, con ganas de trabajar en la obra de Dios. A los pocos días salió de allí, y se dirigió hacia la casa de los Sres. de Montenegro en la calle Jenner, nº 5, donde coincidió con el R.P. José Morán, quien le dio una cédula falsa con el nombre de Serafín Morán. Por estas fechas aún no conocía el miedo y salía con frecuencia nos veíamos. Denunciado allí por el portero, llamó a la lechería de D. Juan Redondo, solicitando alojamiento. Allí estuvo con el P. Cámara hasta el 24 de septiembre. Por esa fecha falleció D. Juan Redondo, asistido por el P. Cámara, y pensaron que era mejor se cambiaran de pensión los religiosos.
- Y ¿qué te ha dicho Rosario?
-Que ella les una pensión al Padre y otra al Hermano. A este último lo envió a la de D. Federico García, en la calle de Santa María; que ella no le conocía, pero que por otras personas amigas, tenía muy buenas fererencias. Allí llevó al Hermano y fue a visitarle alguna vez y a pagar los gastos de la pensión. Pero que ayer fue y le dijo D. Federico que el día 2 de noviembre a las 4 de la mañana se personaron los milicianos y la policía en su casa y se llevaron detenido al hermano, que figuraba con el nombre de Serafín Morán, nombre que figuraba en su cédula que pertenecía a un pariente; junto a él se llevaron a otro chico aragonés, llamado Ángel Benlloch; este volvió a las 4 de la mañana, y contó que al Hermano lo llevarón a Fomento. Unas vecinas escucharon decir a unos milicianos que el hermano dijo ser albañil y descubrieron que era falso al
mirarle las manos; al final tuvo que admitir que era religioso.
- ¿Le habrán asesinado?
- Me ha dicho que le ha buscado y que se ha perdido su rastro; también me ha dicho que ha escuchado decir que probablemente le han asesinado en la Ciudad Universitaria de Madrid o en el monte de El Pardo.
- Encomendemoslo a nuestra oración.
En ese momento, suena una sirena y el ronco zumbar de los trimotores nacionales que vuelan sobre Madrid, produce en los presos los efectos de una alegre diana. Comienzan a caer bombas sobre las fortificaciones de la Ciudad Universitaria con gran satisfacción de todos los presos, creyendo que esa misma noche cenaban cada cual en su casa. Terminado el bombardeo aéreo, entr en juego la artillería, cuya metralla pasa silbando por encima de las cabezas de los presos, consiguiendo derribar la Batería que habían colocado junto a la Capilla, al igual que los cuatro rusos que defendían las Torretas de la Cárcel Modelo. En vista del peligro inminente que corren los presos comienzan a trasladarlos a otra parte. Por fin, dejan aquel lugar fatídico de las sacas a media noche, de las descargas casi diarias a las dos y tres de la mañana, de las noticias espeluznantes sobre la suerte de los que salieron el siete y ocho de noviembre de las celdas de diversas Galerías… recuerdos que los acompañarán hasta la tumba.

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